Ley Fintech y pagos transfronterizos: final abierto
Juan Andrés Bravo Consultor senior de Continuum
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Juan Andrés Bravo
Mientras Chile avanzaba en el diseño de su Ley Fintech, los servicios globales de streaming experimentaron un boom en el país. De hecho, hoy la mitad de los usuarios consume más de media hora en estas plataformas cada día. Algo parecido ocurrió con las compras vía internet en mercados internacionales, que crecieron más de 150% en los últimos años.
Ambos hitos sugerían que debíamos poner reglas claras para los pagos transfronterizos realizados a través de las Fintech. En estas operaciones, los remitentes de los fondos están en distintos países y el pago se ejecuta en moneda local. Dicho de otro modo: si el cobro del servicio se hace en dólares, no es un pago transfronterizo.
“Para Chile, establecer una negativa tajante a los pagos transfronterizos genera dudas sobre cuán abierto está el país en materia de inclusión financiera y digitalización monetaria”.
Sin embargo, la autoridad no reguló en esta ley los pagos transfronterizos en moneda local hechos por las Fintech que, en este caso, operan como intermediarias. Esto habría resuelto temprano una disyuntiva que hoy ha escalado hasta el Banco Central y proyecta alcanzar, en el largo plazo, a instancias similares e incluso superiores.
Así, el ente rector cerró la puerta a los pagos transfronterizos, que habían sido cuestionados legalmente por las marcas de tarjetas como Visa o Mastercard antes. No obstante, la resolución no resuelve la interrogante de fondo y genera preocupación respecto de la manera en que Chile administra este tipo de contingencias.
¿Cómo resolvemos un problema que afecta a muchos, vinculado a tecnologías innovadoras y que aún no está regulado? En este caso, llevamos tres años sin una solución estructural, definitiva y que dé certezas a todos los actores. Destaco tres puntos relevantes.
Primero, la regulación es importante porque raya la cancha, da un contexto claro para que empresas, comercios y servicios digitales entiendan cómo funcionan las cosas en Chile y puedan gestionar sus estrategias y planes de negocio.
Segundo, para las Fintech es clave precisar las condiciones en que competirán y crearán nuevos servicios.
Y finalmente, para Chile, como parte del comercio económico global, establecer una negativa tajante a los pagos transfronterizos genera dudas sobre cuán abierto está el país en materia de inclusión financiera y digitalización monetaria. Una cosa es avanzar en la modernización de los medios de pago a nivel local y otra muy distinta es gestionar el tema a escala global.
¿Se volverá Chile poco atractivo? ¿Nos pondrá en una situación de desventaja respecto a otros países de la región? ¿Serán estos mercados más interesantes para compañías globales que podrían poner a Chile como un polo financiero de referencia en el cono sur? ¿Estamos dando suficiente respaldo a nuestras Fintech cuando hablamos de diversificar nuestra matriz productiva? Estas y otras preguntas aún permanecen abiertas.
Pese a la resolución del Central, aún no es claro cómo abordará Chile este tema en el largo plazo. Seguimos a la expectativa del desenlace de esta historia.