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India enfrenta crisis gemelas, económica y política

La desaceleración del crecimiento ha sido dramática, mientras que la política dio un giro agresivo hacia una democracia intolerante.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 26 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Foto: Reuters
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India enfrenta otra transformación. La India que visité primero, en los ’70, era impresionantemente democrática, con la excepción del período conocido como la Emergencia impuesta por la entonces primera ministra Indira Gandhi entre 1975 y 1977. Pero la economía creció muy lento. Después de la crisis de la balanza de pagos en 1991, India introdujo reformas radicales. En las dos décadas siguientes su economía comenzó a crecer más rápido, mientras que el sistema político se mantuvo robustamente democrático. Después de la crisis financiera global, sin embargo, el crecimiento se desaceleró. La política de India también se está moviendo ahora hacia una forma agresivamente intolerante de mayoritarismo. Estos cambios gemelos no son para mejor.

Arvind Subramanian, un exasesor económico jefe, coescribió un paper sobre la desaceleración post crisis. Subraya que cada indicador importante –inversión, crédito, ganancias, ingresos tributarios, producción industrial, exportaciones e importaciones- se ha debilitado bruscamente desde la crisis financiera. Sin embargo, el crecimiento económico aparentemente ha subido. Esta contradicción lo persuadió a desafiar la confiabilidad de las estimaciones oficiales de crecimiento.

Su conclusión fue que la sobreestimación de crecimiento entre 2011 y 2016 fue de 2,5 puntos porcentuales anualmente, lo que bajaría el crecimiento promedio a cerca de 4,5%. Si es cierto, esto es bastante pobre.

Pero es peor. La economía se ha estado desacelerando incluso de forma más dramática en el pasado reciente, incluso en las estadísticas oficiales. Esto muestra que el crecimiento del Producto Interno Bruto se desaceleró a sólo 4,5%, año sobre año, en el tercer trimestre del año pasado. El crecimiento podría retormarse ahora. Pero la desaceleración ha sido dramática, comparable incluso con lo que pasó en la crisis de principios de los ‘90.

Razones de la desaceleración

Entonces ¿qué explica el débil crecimiento después de 2008 y la desaceleración mayor en el pasado recinte? Primero, la expansión insostenible de las exportaciones y la inversión doméstica impulsada por el crédito exageró la tasa de crecimiento de India antes de la crisis.

Segundo, a pesar del surgimiento post-crisis de varios problemas de la hoja de balance en sectores corporativos financieros y no financieros, el gasto gubernamental, la caída del precio del petróleo y un crédito boyante de empresas financieras no bancarias sostuvieron el crecimiento.

Por último, el crédito de estas últimas instituciones colapsó en 2019. El consumo entonces se unió a otras fuentes de demanda -especialmente la inversión y las exportaciones- en debilitarse bruscamente. Hoy, argumenta Subramanian, está en proceso un espiral vicioso: altas de interés, un débil crecimiento y una pobre rentabilidad están deteriorando las cargas de deuda y, por lo tanto, agravando los problemas de las empresas financieras y no financieras.

La respuesta del gobierno parece haber sido negar la evidencia de una desaceleración. Una discusión en el Ministerio de Finanzas la semana pasada sugirió que la reacción es la suerte de gerencialismo que recuerdo de mi trabajo en India para el Banco Mundial en los ‘70: proteccionismo, mayor inversión gubernamental, metas de créditos para bancos y asistencia directa a las exportaciones. Es imposible creer que esas acciones resolverán las profundas debilidades detrás de los fracasos de crecimiento recientes.

Ambiente de miedo

Una buena política económica es difícil. A medida que la economía india se vuelve más compleja y avanzada, se ha vuelto más difícil. Requiere datos confiables, expertise de clase mundial, asesoría independiente y un debate abierto. En cambio, los mejores asesores se han ido en su mayoría y las políticas se han concentrado en la oficina del primer ministro. Se espera que todos los demás muestren lealtad, sobre todo. Rahul Bajaj, un empresario reconocido, ha acusado al gobierno de “crear un ambiente de miedo”. En el poco tiempo que estuve allá la semana pasada, encontré que muchos estaban de acuerdo con él, aunque fuera en privado.

Es esencial para el futuro de India que el crecimiento vuelva a subir por encima de 7% y que este crecimiento sea generador de empleo y amigable con el medio ambiente. Este es un gran desafío. Demandará limpiar la deuda mala, aumentar el ahorro y la inversión, mejorar la competitividad internacional en un ambiente externo más difícil, y aplicar reformas en la agricultura, educación, energía y varias áreas importantes.

El gobierno actual tiene al menos el mandato que necesita para revitalizar la economía y así oportunidades para mejorar la vida de todos. Ese mandato también se debe a los indudables talentos políticos del primer ministro Narendra Modi. Pero saber cómo usar ese mandato no es menos importante que ser capaz de ganarlo. Una alternativa al arduo camino de hacer buena política económica es hacer gestos dramáticos, como devaluaciones, o reformas malas, como la introducción de un impuesto demasiado complejo a los bienes y servicios. Una alternativa aún más fácil es depender de la política de identidad.

Esa parece ser la opción actual. La ofensiva en Cachemira, la discriminación explícita en contra de los musulmanes en la nueva Ley de Ciudadanía, la propuesta de un registro nacional de ciudadanos, en un país con una documentación notoriamente mala, y la aparente intención de deportar a musulmanes que no puedan probar su derecho a quedarse, sugieren una transformación del sistema gubernamental indio. A eso se suma el libre uso de etiquetas como “traidor” para quienes disienten y “sedición” para quienes protestan. Es bastante claro que la transformación de India en otra “democracia intolerante” es intencionada. No es de sorprender que el presidente estadounidense Donald Trump admire a Modi. Juegan el mismo juego, pero la mayoría de Modi le da más cartas.

India enfrenta un momento crucial. Su poderoso gobierno puede enfocar sus esfuerzos en revigorizar la economía o puede proceder con una transformación de una democracia liberal imperfecta hacia algo muy diferente. Es fácil entender el atractivo de este peligroso proyecto. Pero debemos esperar que Modi escuche, incluso ahora, a los mejores ángeles que lleva adentro.

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