Eleccionesen EEUU definirán el futuro del planeta
Si Trump derrota a Clinton en noviembre, el país no podrá cumplir sus compromisos de París para la reducción de emisiones de CO2 y su influencia en la agenda climática global desaparecerá.
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EEUU, el segundo mayor emisor de dióxido de carbono (CO2) del mundo, ha hecho grandes avances en reducir sus emisiones en la última década. El uso de electricidad se ha mantenido plano, y ha habido un cambio desde la generación con carbón hacia gas natural y renovables. EIU espera que la intensidad en carbón y energía de la economía siga cayendo, pero cumplir la meta climática fijada para 2025 será difícil. EEUU necesita recortar las emisiones del sector de la energía a un ritmo más rápido. Esperamos que Hillary Clinton derrote a Donald Trump en la batalla por la Casa Blanca, haciendo este escenario más realista.
Las emisiones de CO2 relacionadas con la energía están volviendo a caer en EEUU. Tras ligeros incrementos en 2013‑14, la Administración de Información de Energía (EIA, su sigla en inglés) dijo que las emisiones por combustibles fósiles cayó 2% en 2015. Las emisiones por carbón, petróleo o gas han estado cayendo desde mediados de la década pasada y en 2015 habían retrocedido 12% respecto de 2005. Durante el mismo lapso, la economía creció 15% ajustada por inflación, lo que significa que se ha vuelto menos intensiva en carbono. Las emisiones de CO2 por combustible fósil representan cerca de 75% de todas las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GHG, sigla en inglés) en EEUU. Reducir las emisiones relacionadas con la energía es clave para que EEUU cumpla su compromiso de la Conferencia Climática de París de recortar las emisiones netas totales de GHG para 2025 en entre 26% y 28% respecto de los niveles de 2005.
Emisiones en contexto
Las emisiones de CO2 por consumo de energía en EEUU, que representan la mayor parte del total, cayeron ligeramente en 2015 a poco más de 5.200 millones de toneladas, debido principalmente a las menores emisiones por generación eléctrica.
Poco más de dos tercios de las emisiones de CO2 de combustibles fósiles proviene de la generación de electricidad y transporte. Las emisiones de CO2 relacionadas con la energía han caído 12% desde 2005. La generación eléctrica representa la mayor parte de esta baja, con el CO2 por el uso de energía cayendo 20% en la última década. La generación eléctrica por lo tanto ha representado 68% de la caída total de las emisiones por combustibles fósiles en la última década, aunque se mantiene como una gran fuente de emisiones relacionadas con la energía.
Tendencias energéticas
El uso de electricidad en EEUU se ha mantenido relativamente plano en los últimos años pero ha habido un importante giro desde fuentes de carbón a fuentes bajas en carbón, como el gas natural. Este cambio ha sido impulsado por diversos factores. El auge del shale gas ha hecho caer los precios del gas natural, haciendo que la generación con gas sea más competitiva con la de carbón y alentando al cambio en el combustible. El apoyo de políticas, como beneficios tributarios, ha fomentado las renovables no hidro, mientras que las regulaciones sobre la calidad del aire han forzado el retiro de capacidad alimentada por carbón.
Todos estos factores combinados han reducido la proporción de carbón en la generación de energía y las emisiones del sector.
Las emisiones por generación con gas natural, que emite cerca de la mitad que la de carbón, han aumentado ligeramente en la última década. Pero esto fue más que compensado por la caída en las emisiones por generación con carbón. El resultado fue una caída neta en las emisiones por carbón y gas natural combinadas de 420 millones de toneladas. Sin embargo, las tendencias de generación eléctrica no explican toda la baja en las emisiones relacionadas con la energía. Las emisiones ligadas al transporte han caído 6% desde 2005, reflejando una reducción en el consumo de petróleo y una mayor economía de combustible de los vehículos. La recesión de 2009, por su parte, redujo el consumo de energía, provocando una baja en las emisiones de 7% ese año.
Cambios políticos
Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA, su sigla en inglés), de EEUU, las emisiones netas de GHG en 2014 eran casi 9% menores que en 2005. La administración del presidente Barack Obama está apuntando a una reducción en las emisiones de 17% respecto de los niveles de 2005 para 2020, lo que va a requerir una caída promedio anual de 1,2%. Para que EEUU cumpla su objetivo de 2025, por lo tanto, tendrá que al menos duplicar la tasa de reducción de emisiones entre 2020 y 2025.
Para lograrlo, tendrá que recortar aún más la generación por carbón, lo que es mucho más probable si se implementa el Plan de Energía limpia (CPP, su sigla en inglés). La meta del CPP es recortar las emisiones de CO2 del sector energético en 32% respecto de 2005 para 2030, pero este año fue suspendido por la Corte Suprema a la espera de un litigio de los productores de carbón y las compañías generadoras.
La administración Obama tiene que implementar o proponer otras medidas para reducir los GHG en otros sectores. Estas incluyen estándares más estrictos en el consumo de combustible para vehículos, mayores niveles de eficiencia energética para las constructoras, y medidas para lidiar con los hidrofluorocarbonos. EEUU y Canadá han prometido reducir las emisiones de metano de la actividad del petróleo y del gas en entre 40% y 45% respecto de los niveles de 2012 para 2025. Algunos estados de EEUU han implementado sus propias exigencias de energías renovables, buscando eliminar la energía con carbón, o en el caso de California estableciendo sus propias metas de reducción de GHG.
Poder de los votantes
La política climática ha girado hacia una mayor intervención para reducir las emisiones. Se pueden hacer mejoras en transporte, industria y construcción, pero la clave para alcanzar las metas de París está en el sector de la energía. La dirección de las políticas despues de las elecciones definirán si tienen éxito. Esperamos que Clinton gane en noviembre. Ella debe mantener el impulso de Obama hacia mayores reducciones de las emisiones, mientras que Trump paralizaría estos esfuerzos. Un CPP debilitado o suspendido haría la meta de reducción de GHG para 2025 imposible de lograr, lo que impediría a EEUU ejercer su influencia en la agenda climática global.