Banco Central Europeo alerta sobre el riesgo para los fondos de pensiones y aseguradoras por tasas de interés
Estos actores, por su modelo de negocio, son inversionistas a largo plazo y mantener títulos con rentabilidad negativa a vencimiento supone asumir pérdidas de forma automática.
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La política monetaria expansiva ha elevado drásticamente el volumen de deuda con interés negativo y ha obligado a pensiones y aseguradoras a tomar más riesgo para obtener el mismo retorno.
El mayor riesgo para la estabilidad financiera, según el Banco Central Europeo (BCE), es el que ha provocado la propia autoridad monetaria con sus políticas. Luis de Guindos, vicepresidente de la institución con sede en Frankfurt, presentó ayer el nuevo informe de estabilidad financiera y alertó del exceso de riesgos que están tomando tanto aseguradoras como fondos de pensiones en un intento por obtener la rentabilidad que necesitan para la sostenibilidad de sus negocios en pleno entorno de tasas negativas.
A corto plazo, la deuda con interés negativo permite, mientras exista la perspectiva de que las tasas sigan cayendo, obtener grandes beneficios a través de la compraventa de los títulos, cuyo precio se mueve de forma inversa a su rentabilidad. De hecho, las carteras de los fondos y de las aseguradoras han ganado, de media, un 5% y un 4%, respectivamente en 2019.
El problema es que, tanto las aseguradoras como los fondos de pensiones, por su modelo de negocio, son inversionistas a largo plazo y mantener títulos con rentabilidad negativa a vencimiento supone asumir pérdidas de forma automática. Además, corren el riesgo de que un cambio en el ciclo lleve a subidas de tasas de interés y desplome también los precios de esos bonos desde las altísimas cotas actuales.
Más de US$ 19 mil millones en valores de renta fija cotizan ahora con intereses inferiores al 0%, un volumen que se ha disparado en el último año y del que cada vez resulta más difícil escapar.
Según los datos que maneja el banco central, la deuda en negativo tiene un peso del 38% del total de la cartera de los bancos, del 36% de la de los fondos de pensiones, del 30% de la de las aseguradoras y del 21% de la de los fondos de inversión. Las tenencias de deuda que cotiza con interés negativo se han duplicado en el último año.
Callejón sin salida
La única opción que tienen los fondos de pensiones y las aseguradoras en esa búsqueda de rentabilidad a largo plazo -para la que invertir en tasas negativos es tóxico- es intentar comprar todo aquello que todavía ofrece rendimientos positivos. "Si deciden no comprar bonos con retornos por debajo del 0% y, además, mantener un perfil de riesgo similar, su universo de potenciales inversiones se reduce", advierte el BCE.
Con el paso de los años, y conforme se reducían las posibilidades de inversión, esto ha supuesto asumir mucho más riesgo: de crédito, adquiriendo títulos con rátings especulativos, o de tipo de interés, comprando deuda con vencimientos muy largos.
"Los agentes financieros no bancarios (fondos y aseguradoras) han incrementado su exposición a los segmentos altamente apalancados de la deuda corporativa y soberana en los últimos años", explica la autoridad monetaria, que sostiene que "en un contexto en el que se produjera una recesión económica o una repentina corrección en las primas de riesgo, su capacidad de absorber shocks podría verse comprometida".
"La fragilidad en los mercados financieros no bancarios puede ser una fuente de riesgo sistémico con potencial para amplificar los ciclos financieros", advierte el BCE, por lo que se harían cada vez más potentes las épocas de bonanza, pero también más cruentas las crisis.
En España hay más de ocho millones de personas partícipes de planes de pensiones que cuentan con un patrimonio de 113.651 millones de euros. Si finalmente tiene lugar una fuerte corrección en los mercados y el exceso de riesgo termina pasando factura, serán los propios usuarios los que asuman las pérdidas, independientemente de si su plan de pensiones es individual o colectivo.
El riesgo sistémico es aún mayor en otros países de la zona euro, donde una gran parte de los fondos de pensiones son planes de empresa garantizados por la compañía. En estos, si las inversiones no alcanzan la rentabilidad acordada, es la firma la que debe poner la diferencia, algo que, si se produce de forma abrupta, puede multiplicar el contagio.
Lo mismo ocurre con las inversiones de las aseguradoras. En cuanto a seguros de vida, tanto en España como en el resto de países de la zona euro, la compañía se compromete a otorgar una rentabilidad concreta a lo largo de la vida del asegurado (a excepción de los llamados unit linked, donde el riesgo lo asume el usuario). En caso de no alcanzar el retorno prometido -lo cual es cada vez más probable por la situación de las tasas de interés- la aseguradora debe ponerlo de su bolsillo.