Deutsche Bank se hunde en bolsa y temor a crisis de solvencia arrastra a la banca europea
Mayor banco de Alemania sufre por fuerte baja en su rentabilidad, una reestructuración que parece inviable y millonarios juicios en EEUU.
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Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania, intentó ayer convencer a los inversionistas de que no necesita ningún rescate financiero por parte del gobierno de Angela Merkel y de que no existen intenciones de aumentar su capital para afrontar los problemas legales en los que está inmerso, en momentos en que veía caer sus acciones 7,54%, a su menor nivel en más de 20 años.
Los títulos cerraron en 10,55 euros, su registro más bajo desde que comenzó a cotizar en Xetra en 1992 y, en lo que va de año –tras una dura secuencia de escándalos, falta de decisiones y eventos desafortunados– han caído 50%, que se traduce en otro récord a la baja.
La reacción en la bolsa se produjo luego de que el fin de semana, en una entrevista con la revista Focus, la canciller alemana descartara –previo a elecciones generales en su país el año entrante– la posibilidad de intervenir a favor de la institución en EEUU y de inyectar capital público si el principal banco de la nación tenía que hacer frente a la multa de US$ 14.000 millones (12.500 millones de euros), que propone el Departamento de Justicia estadounidense, para resolver una investigación relacionada con ventas de títulos hipotecarios entre 2005 y 2007.
La entidad financiera basada en Frankfurt dijo ayer que no depende de la ayuda de Berlín para solventar sus problemas. "Deutsche Bank está decidido a resolver sus desafíos por sí mismo", dijo un portavoz que aclaró que en ningún momento se le ha pedido al Ejecutivo intervenir ante la justicia estadounidense.
El descenso provocó un efecto dominó en la banca europea con las instituciones cotizando con contracciones de entre 2% y 4%. Barclays, por ejemplo, cayó 2,7% mientras que el español Santander perdió 3,1%.
Desplome de un gigante
La institución no ha logrado recuperarse por completo de la crisis financiera de 2008 y en octubre de 2015 inició un proceso de cambios internos para hacer frente a los efectos de una economía mundial en desaceleración, con el recorte de más de 9.000 empleados y el cese de operaciones en diez países.
A inicios de 2016, reportó pérdidas para el año previo por 6.890 millones de euros y, aunque su director ejecutivo John Cryan aseguró que la empresa es "sólida como una roca", lleva el peso de frentes judiciales abiertos.
La Justicia de EEUU presentó una demanda por US$ 14.000 millones, poco menos de su capitalización bursátil que también se ha desplomado hasta los 14.551 millones de euros desde los 35.000 millones de euros de principios de año. Ante esa cifra las provisiones de 5.500 millones de euros reservadas en junio quedan cortas. Según las acusaciones, las malas praxis del banco van desde haber respaldado operaciones con hipotecas basura hasta haber operado de forma opaca en Rusia.
A sus frentes judiciales se suma un entorno macroeconómico altamente inestable que ha acentuado el referendo por el Brexit, que se realizó en junio en el Reino Unido. Además, su alta exposición al mercado de derivados complica el panorama.
¿Nuevo Lehman Brothers?
Ocho años después del quiebre del banco de inversión más importante de Estados Unidos –Lehman Brothers–, la crisis se traslada a Europa y golpea al Deutsche Bank.
La cotización del mayor banco alemán está en mínimos, no ha superado el test de estrés aplicado por la Reserva Federal de EEUU y el Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que es la entidad de mayor riesgo sistémico del mundo por su alto grado de apalancamiento.
Una evolución en picada que no sólo evoca la gran crisis financiera de 2008 y siembra inseguridad entre los inversionistas, sino que dificultará los planes de reestructuración e incrementará las consecuencias de las disputas legales que tiene abiertas.
A pesar de la negativa de Merkel, el establishment político alemán está cada vez más preocupado por el mal desempeño del gigante bancario.