Presidente de CMPC calcula que la violencia en el sur le costó a la compañía US$ 100 millones en 2021
Gazitúa aseguró que no se puede invertir en el sur del Biobío ni en La Araucanía y que hace mucho que no se plantan nuevas superficies en Chile porque parte de la tierra forestal está en zonas donde cada vez llueve menos.
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Comenzó con una exposición apoyado de diferentes láminas sobre la industria forestal en Chile y culminó con una holgada conversación en que a ratos pareció olvidar que estaba en un evento público. Por más de una hora, el presidente de Empresas CMPC, Luis Felipe Gazitúa, abordó frente a alumnos de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez los desafíos del sector, pero también la violencia en La Araucanía.
Sus principales premisas fueron que tienen certeza que pueden ser parte de la solución y que están dispuestos a conversar de todos los temas, incluida la tierra.
“Nosotros vamos a seguir invirtiendo en la medida que tengamos la esperanza que este es un conflicto que puede ser resuelto”, dijo Gazitúa.
Con una anécdota, un exministro de Estado que hace algunos años durante un viaje al sur para visitar las plantas de la compañía preguntó qué era la celulosa, destacó de entrada que Chile ocupa el sexto lugar en producción de celulosa en el mundo y no tiene nada que envidiarle a países como Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Canadá o Brasil. "La diferencia es que Brasil y Chile son industrias forestales jóvenes", aclaró.
Según explicó, Salvador Allende fue el impulsor de la industria forestal para combatir la erosión. "Probablemente él no hubiera querido que la propiedad de los bosques se concentrara tanto en Arauco ni en CMPC, pero sí tenía la visión del futuro de esta industria", comentó.
En los cálculos del ejecutivo, considerando que un pino demora 22 años en cosecharse, Chile lleva dos generaciones de estos, teniendo en cuenta que esta industria tiene solo 50 años. Esto, frente a las industrias de los países nórdicos, Canadá, Estados Unidos, las que tienen 250 años. "De ahí provienen una buena parte de los problemas que tenemos en Chile", lanzó.
En Chile, precisó, 24% del territorio está plantado con bosques. De este, 21% es bosque nativo y solo 3% son plantaciones exóticas que se llaman, pero son bosques plantados. Hace más de 50 años, agregó, que no se hace celulosa ni papeles de los bosques nativos.
Asimismo, indicó que hoy hay en el país algo más de 14 millones de hectáreas de bosque nativo, las mismas que había hace 50 años, cuando se estableció el fomento de las plantaciones forestales. Y, siguiendo con su idea de que los mitos se combaten con datos, aseguró que las plantaciones forestales no son regadas, solo consumen aguas de las lluvias.
Gazitúa subrayó un primer error de concepto. Si bien en Chile se planta pino insigne y eucaliptus en tres variedades, hace muchos años que no se plantan nuevas superficies. Es decir, solo se replanta lo que se cosecha. Más tarde, profundizó que esto tiene dos causas: que una parte de la tierra forestal está en zonas donde cada vez llueve menos y -más sustantivo- que no hay plantaciones en el sur del Biobío ni en La Araucanía. "En esta zona no se puede invertir digamos", esbozó.
Y lanzó: "No hay una discusión de la validez y las bondades de la industria. En Chile, la razón para no invertir es que te queman los bosques, es muy sencillo. O sea, te queman los bosques, te atacan, te queman las máquinas".
En su intervención, fue más allá y reveló cifras poco conocidas. Según planteó en 2021 la violencia le costó a CMPC US$ 100 millones. Gazitúa detalló que US$ 35 millones correspondieron a la contratación de aviones y brigadas forestales para combatir los incendios y US$ 40 millones fue el perjuicio por las plantaciones quemadas.
"Yo les quiero decir que no hay compañías de seguro en el mundo que aseguren bosques en Chile. Por lo tanto, los US$ 40 millones son todos a la última línea y además nos cuesta más o menos el presupuesto que está en los planes de cuenta de la compañía, nos cuesta entre US$ 20 millones y US$ 25 millones la provisión de seguridad.
"Mal llamado conflicto mapuche"
El ejecutivo abordó lo que denominó como "mal llamado conflicto mapuche". Recogiendo un estudio realizado por terceros que data de 2018, señaló que las plantaciones forestales no son la causa de las tensiones, tampoco la presencia del Estado ni de las comunidades. Sin embargo, advirtió que hoy "la cosa está desbandada por un problema de impunidad que hay en general, no solamente en La Araucanía".
En esa línea, aseguró que "los mapuches no son de izquierda ni de derecha" y que son más bien "liberales". Además, criticó que se diga con desprecio que tienen un solo jefe y que es difícil ponerse de acuerdo con el mundo mapuche por esto.
Al respecto, agregó que esa es la causa muy sustantiva del problema que hay con el mundo mapuche: la falta de reconocimiento y orgullo de un pueblo originario que tenía valores.
"Era un pueblo rural y, como nosotros somos todos citadinos, en general despreciamos a la gente del mundo rural. Entonces, por esto es que con justa razón el mundo mapuche profundo tiene derecho a una reivindicación. No establecer que aquí hay una nación, pero sí sentirse orgulloso de que aquí hubo una nación originaria que tenía sus valores", explicó.
Gazitúa apuntó a que no es activista de la causa mapuche, pero en su condición de presidente de la compañía le pareció razonable al asumir tratar de entender desde la otra mirada un poco la historia.
En términos generales, dijo que veían el conflicto en tres dimensiones. Primero, una política que está vinculada al reconocimiento. Otra es la económica. "Los mapuches no quieren la tierra para mirarla", añadió. Y, un tercer aspecto, asociado al tema delictual.
Sobre este último punto, recalcó que uno de los problemas que tienen los chilenos que viven en Santiago y las autoridades de gobierno -entre otros- es que miran este problema solo como una reivindicación territorial. "Aquí hay un montón de dimensiones que son muchísimo más complejas que esa y que, si no se es capaz de mirarlas, será difícil resolver el problema o por lo menos administrarlo", enfatizó.
"El robo de madera es una industria"
El discurso pasó a los datos duros. Con cifras recopiladas de Arauco y otros productores de madera, Gazitúa reveló que en 2020 se robaron 1 millón de metros cúbicos, equivalentes a 28.500 camiones. "El robo de madera es una industria", sentenció. Profundizando en el fenómeno, indicó que es una situación que está "desbandada en Chile" desde mediados de 2019 desde que -a su juicio- "en Chile se instaló la violencia como una manera de resolver los problemas y la impunidad frente a los crímenes".
"No tenemos en toda La Araucanía el conflicto desatado. Aquí hay zonas y los grupos violentos son por ahora todavía minoritarios. No quiero decir que esto sea sencillo, pero tampoco quiero decir que esto es el caos total. Ahora, cada día es peor, sí. Hoy el problema central es la violencia".
Así de tajante y a la vez esperanzador fue Gazitúa al evaluar la zona. Eso sí, reconoció que hay redes de crimen organizado, que acceden a armamento pesado. que cada vez son más difíciles de controlar y que, bajo la apariencia que están defendiendo la causa mapuche, tienen estructuras de negocio que tienen incentivos claros.
"Tengo que decir -como estoy en un foro público- que nosotros seguimos combatiendo y la seguimos peleando", dijo.
Pero sumó un nuevo ingrediente al puzle: los incendios. A su juicio, no hay incendios naturales sino que son todos provocados por el hombre. En concreto, dijo, dos tercios de ellos son provocados intencionalmente y un tercio por negligencia.
En el caso de los dos tercios que son intencionales, dijo, una buena parte son incendios "multifoco". Estos, explicó, son gatillados por personas del mundo mapuche, vinculadas a estos o que se visten con el conflicto. Pero, reiteró, "no son incendios naturales".
Al respecto, criticó que se ha naturalizado decir que comenzó la temporada de incendios en Chile siendo que en el país no hay incendios naturales: "No hay temporada de incendios, no existe eso".
El dilema moral
Si bien el ejecutivo enfatizó que tienen la capacidad de administrar el problema aunque cada vez menos, afirmó que lo siguen haciendo porque están convencidos que están montados sobre una industria que tiene valor para Chile y el mundo. Sin embargo, reconoció que el problema más importante -y que se ha discutido en el directorio- está relacionado a la gente.
"Las máquinas se reponen, los seguros cubren algo, los fierros se compran de nuevo, pero las vidas humanas no se cambian. Yo lo he dicho muchas veces internamente: tenemos un dilema moral, porque hoy sabemos que la gente que trabaja con nosotros tiene la posibilidad de ser asesinado", confesó. En esto, recordó personas fallecidas y criticó que tras publicaciones de prensa los casos se olvidan.
Mea culpa
A pesar que advirtió que se mira a este sector como una industria del pasado sobre todo cuando se observan las industrias del presente, defendió que ésta es también de futuro. Para ello, dio dos razones: los bosques plantados contribuyen a la captura de carbono que es un problema que tiene el mundo hoy y, segundo, todos los productos que elaboran que se derivan del bosque son biodegradables.
El ejecutivo apuntó a que es una industria que solo puede crecer en el mundo y solamente esa industria demandará en el futuro muchas plantaciones forestales y mucha fabricación de celulosa para cumplir sus fines. "Por eso es que digo, con total convicción, que ésta es una industria muy valorada hacia el futuro del mundo y muy valorada en otros países", agregó.
Fue ahí cuando sinceró un mea culpa. "Lamentablemente, nosotros vivimos en Chile en medio de una zona de conflicto con el mundo mapuche. Y, además, esta empresa CMPC y Arauco y la industria forestal, como muchas empresas en Chile, estamos cuestionadas. Estamos cuestionadas, porque la estrategia para hacer las cosas fue pasar piola", admitió.
Más adelante profundizó en sus dichos y explicó que se refiere a esto desde el punto de vista de la promoción de la industria. Eso sí, se inclinó a que el problema del "pasar piola" tiene que ver con los empresarios chilenos, ya que no se mostraba lo que se hacía y el otro error ha sido el centralismo.
Así, a su juicio, a nivel mundial ésta es una industria que compite a la par con otras como la sueca o la americana, pero "es muy mal mirada en nuestro país, porque no hemos sido suficientemente vendedores de las bondades que tiene y además porque tenemos algunos otros pecadillos".
Asimismo, tras contar las bondades de la industria, reconoció que "esto no significa que no hayamos cometido errores en los 50 años que tenemos como industria y no vamos a hacer las cosas mejor".
Y enfatizó: "No tenemos nada que envidiarle a la industria escandinava, a la de Canadá y Estados Unidos. Tenemos certificaciones, pero eso no significa que nosotros en Chile lo hayamos hecho todo perfecto".
Crecimiento de las empresas
Las grandes empresas forestales presentes -dícese CMPC y Arauco- "no podemos irnos de Chile". Gazitúa puntualiza que tienen que invertir al año US$ 400 millones como mínimo para hacer camino, replantar, y mantener el negocio funcionando. "Cuando a nosotros nos preguntan si vamos a seguir invirtiendo, nosotros vamos a seguir invirtiendo en la medida que tengamos la esperanza que este es un conflicto que puede ser resuelto", dijo.
Pero reconoció que, cuando tienen que mirar inversiones a futuro, miran en otros lados. De hecho, CMPC compró en los últimos años tres compañías en Brasil.
Gazitúa precisó que el plan de inversiones en el país es entre US$ 400 y US$ 500 millones, agregando que sí hay espacio para invertir en Chile en esta industria al ser esta última de exportación. El ejecutivo añadió que para la sustentabilidad de la industria lo mejor es que inviertan otros.
"Somos una compañía chilena que nació en Chile y sus dueños son todos chilenos y, por lo tanto, lo que uno quisiera seguir haciendo es invertir todo lo que se pueda acá en la medida que haya espacio, dijo. En esa línea, recalcó que en el país hay oportunidades y hay espacios donde invertir.
"La industria no ha dejado de crecer porque se haya entregado tierra. La industria no crece porque no hay nuevas plantaciones. Nosotros todos los años lo que cosechamos lo plantamos de nuevo. Nos cuesta más caro, tenemos más riesgo de incendio, pero nosotros tenemos que seguir sustentando las inversiones de capital que tenemos acá", añadió.
¿Hay salida al conflicto?
"Yo soy un hombre optimista", lanza Gazitúa al ser consultado en el encuentro. Y se da el tiempo de explicarlo. A su juicio, este no es "optimismo voluntarista". Primero, dijo creer que en algún minuto Chile tiene que detenerse a decir 'esto tiene valor para el país, esto es una industria que tiene sentido que sea incentivada'. "Creo que Chile no se puede farrear esta posición privilegiada que tiene respecto de los bosques plantados", añadió.
Y, segundo, apuntó a creer que no ayuda al diagnóstico compartido que existe que las autoridades políticas duren cuatro años y los senadores ocho. ¿Por qué? "Porque lamentablemente este es un conflicto multifactorial que toca muchos intereses y que requiere, como se dice corrientemente, romper huevos", admitió.
A juicio de Gazitúa, la gente quiere tranquilidad, paz y que termine la violencia, pero "no hay un diagnóstico general compartido entre las autoridades de gobierno, el mundo privado, el mundo de la región, que de verdad se haga cargo de esta realidad compleja".
Y sentenció: "Creemos en CMPC que esto no es un problema de fácil solución, pero es un problema que hoy está completamente desbordado y que lo que hay que aspirar es a administrarlo. Y esta administración pasa por resolver los problemas de fondo con el mundo mapuche, por resolver el problema de la violencia. Ese es el problema central hoy. Si no hay la capacidad de hacer el diagnóstico de que hoy, amparado en esta causa mapuche, tienes grupos que tienen intereses muy particulares, este problema solo va a seguir desbordado".
Si estuviera trabajando en el gobierno, ¿cuáles serían las políticas públicas concretas que llevaría a cabo para solucionar esto? Frente a esta interrogante de un estudiante, el ejecutivo indicó que lo primero es entender cuál es el problema que hay en que el tema de la violencia debe ser abordado de manera independiente. "No hay solución al problema político ni al resto de los problemas si los grupos violentistas siguen creciendo", dijo.
Según planteó, "lo que han leído en los diarios que Carabineros llega siempre tarde, llega siempre tarde, porque quiere llegar tarde. Y si estuviera en el lugar de ellos, también querría llegar tarde, porque no hay apoyo político, porque no está hecho nítidamente el diagnóstico y la separación de los problemas".
Caso Lucksinger-Mackay
Uno de los casos emblemáticos en medio del conflicto es el incendio que tuvo como resultado la muerte del matrimonio Lucksinger-Mackay en la comuna de Vilcún. Gazitúa lo rememoró al recoger que la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) dice en sus declaraciones que en realidad están contra la industria forestal y lo que hacen es quemar máquinas y camiones.
"Yo tengo que decir que hasta el año 2018 eso es cierto, las muertes en atentados y aquí digamos, con el respeto que merece la familia Lucksinger, que es una excepción a esa regla, eso fue un accidente", dijo, agregando que "los mapuches que fueron a quemar la casa no fueron a matar a esa gente".
Si se mira la estadística -dijo- "lo que hacían era quemarnos máquinas y camiones". Y advirtió que hay un giro muy importante a fines de 2018 y principios de 2019 cuando se comienza a disparar a la gente. "El conflicto ha escalado y es más complejo porque está en riesgo hoy mucho más seriamente la vida de las personas", remató.
Concentración de la industria
Al poco andar de su presentación, reconoció que en Chile la industria forestal, cuando se la mira integradamente, "está básicamente concentrada en dos empresas: Arauco y CMPC", pero puntualizó que hay miles de propietarios forestales que tienen bosques que le proveen a la industria y hay otros miles de propietarios que tienen bosques nativos.
Consultado por uno de los estudiantes, reconoció que no hace bien que la industria se concentre solamente en estas dos empresas, prioritariamente. A su juicio, no es conveniente, porque "además -no voy a decir nada que no sea público- las familia Angelini y Matte son de las más ricas de Chile. Entonces, obviamente que le pone una carga valórica compleja".
Y agregó que las conversaciones con las comunidades, con las cuales tienen relación, son para plantear que están dispuestos a vender la tierra, "pero en aquella tierra que es forestal, plante árboles, deje los árboles y haga convenio conmigo".
Sobre esto, ejemplificó que en Suecia la tierra no es de la compañía que puso celulosa y papel, es de cooperativas, de muchos propietarios. "En Estados Unidos y Canadá, la tierra definitivamente no es de la compañía que produce celulosa y papel, porque esas compañías, igual que nosotros, lo que requieren es el árbol, no la tierra", dijo.
Nueva Constitución
De cara al plebiscito de septiembre donde los ciudadanos optarán por aprobar o rechazar el borrador final para cambiar la Constitución Política actual, al ser consultado por la relación de éste con el conflicto mapuche, Gazitúa reconoció la complejidad de la interrogante porque lo que conteste revelará su posición.
"Estoy aquí como presidente de la compañía donde hay que votar rechazo o apruebo. Pero me voy a arriesgar igual", dijo. En su reflexión, apuntó a que cree que ganará el rechazo en La Araucanía. "Para mí, como propietario de tierra, productor de celulosa en La Araucanía, no es buena noticia las cosas como se escribieron en la Constitución", dijo.
En ese sentido, dijo que, si se aprueba la Constitución, van a venir en otros terrenos de Chile, pero donde está el problema hoy es en La Araucanía. "Vas a tener una población mapuche que amparada en la Constitución va a reivindicar toda la tierra y vas a tener una población que mayoritariamente votó por un rechazo. Lo que tiene es un conflicto desatado. Creo que, pensando que el reconocimiento de los pueblos originarios es una deuda que tenemos los chilenos con los pueblos originarios, porque eso es lo que creo y lo digo muy de corazón, creo que lo que está escrito en la Constitución se pasó de largo", sostuvo.