El sueño americano del cine chileno
Productoras locales están abriéndose espacio en las grandes ligas. Algunas lo están logrando.
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El cine chileno está entrando en las grandes ligas. Si en 2010 solo nueve películas fueron nominadas en algunas de las categorías de los más prestigiosos festivales de cine del mundo, en 2015 se llegó a 73 selecciones e incluso en el último tiempo películas han llegado a los Globos de Oro y al Oscar, quizás el más prestigioso de los reconocimientos.
La relativamente nueva camada de productoras que está sacando la cara por el séptimo arte nacional está integrada por compañías como Fabula ligada a los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín o Sobras Producciones a Nicolás López, las que se han visto apoyadas en su auge por un mayor acceso a la tecnología y la conexión con sus pares extranjeros, lo que se está traduciendo en piezas de mejor factura.
La cancha no es fácil. En cada concurso internacional compiten con firmas que a la escala nacional parecen verdaderos gigantes, como la francesa SBS Production que realizó ELLE, film que le quitío recientemente el premio a mejor película de habla no inglesa a la chilena Neruda en su reciente nominación a los Globos de Oro.
Suerte distinta tuvo el director Gabriel Osorio y la productora Punkrobot, que el año pasado ganaron un Oscar con Historia de un Oso en la categoría mejor cortometraje, donde les tocó competir con Pixar que presentó Sanjay’s Super Team y la inglesa Animation Masterclass que hizo Prologue.
Aunque las películas que llegan a los festivales más reputados son pocas, hay una tendencia a tener más cine nacional. Mientras en 2016 se exhibieron 35 películas en salas locales, en 2015 fueron 20. En 2010 fueron 15 obras y hace diez años 23.
Para Rodolfo Gárate, director de documentales y productor audiovisual de Modo Viral Producciones, “hay mucho talento y hay un estándar de calidad muy alto en el país, tanto en gestión como en factura. Las películas de ficción siempre están en un buen ranking a nivel internacional, siempre en los mejores festivales, siempre presentes”. Para el, el desarrollo del lenguaje audiovisual y las nuevas tecnologías son esenciales para que los realizadores nacionales sigan creciendo en esta área.
Contrario a lo que podría pensarse, de alguna manera la gente respalda esto. El año pasado 1,7 millones de personas vieron una película nacional en las grandes cadenas de cine local, mientras que en 2015 fueron solo 900 mil, aunque hubo menos producciones en escena.
El año pasado, Sin Filtro, Argentino Ql, Neruda y Aquí no ha pasado nada fueron las que consiguieron la mayor cantidad de espectadores tras su estreno.
Por ejemplo, la primera de ellas, dirigida por Nicolás López y producida por Sobras Producciones, al poco tiempo del día que se estrenó logró 1.284.521 espectadores.
La fórmula para abrirse camino, especialmente a nivel internacional tiene distintas variantes. En el caso de Neruda, por ejemplo, dirigida por Pablo Larraín, se desarrolló a través de una coproducción con Francia, España y Argentina, entre AZ Films, Fábula, Funny Balloons, Participant Media, Setembro Cine y Telefe.
Otra vía ha sido buscar nuevos y mejores canales de distribución a nivel internacional. Para eso se creó Market Chile en 2013, sello que pertenece a BF Distribution y que se encarga de llevar estas películas a otros mercados y establecer estrategias de difusión para darlas a conocer.
“Los festivales de cine no son solamente lugares de exhibición de películas, la mayoría tiene un mercado asociado, ya que cuenta con la presencia de agentes de ventas internacionales y compañías que llevan la representación de títulos para determinados territorios y se encargan de su explotación”, dice Alexandra Galvis, directora de Market Chile.
Búsqueda de recursos
En los ‘90 el financiamiento cinematográfico era escuálido. Pocas eran las empresas que apoyaban la industria y los fondos del estatales eran escasos. Era una industria que se financiaba de forma amateur, a través de créditos convencionales que pedían los productores. Método que además de ser costoso, le cerraba la puerta a varios desarrolladores.
“Para esta industria era algo que no funcionó bien, porque era un mercado bastante irregular”, explica Michel Moure, gerente de Identidad Corporativa de BancoEstado, una de las principales entidades que ha dado financiamiento.
Un hito en esto fue en 2004, cuando el director de cine Andrés Wood se acercó al banco para lograr recursos para Machuca, película que marcó esa época y, de cierto modo, abrió un nuevo trato de la banca con el cine .
A partir de 2014, junto a la reformulación de su estrategia, la entidad a través de BancoEstado Cine, con apoyo del Programa de Fomento al Cine Chileno, transformó estos apoyos en un sistema de concurso.
Sin Filtro y Neruda han sido ganadores de esta modalidad, programa que contempla la entrega de $ 200 millones al año en dos convocatorias.
En 2004, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes creó el Fondo de Fomento Audiovisual que financia la producción y distribución de creaciones cinematográficas, guiones, equipos de producción, investigación e innovación tecnológica.
“Como productor, creo que el Estado ha hecho bien su parte invirtiendo recursos, capacitando. A pesar de que es una lógica de competencias que no a todo el mundo le gusta, ha jugado un rol bien importante”, dice Rodolfo Gárate, de Modo Viral Producciones.
Juan Carlos Arriagada, gerente general de Chile Films, tiene una visión más crítica porque cree que aún se puede hacer más, a través de una mejor coordinación de distintos ministerios y entidades públicas para otorgar más financiamiento a esta industria.
El método de Fabula, la productora de los Larraín
Fundada el año 2006, la productora Fabula, del director Pablo Larraín y su hermano Juan de Dios, ha crecido a la par de la industria.
La mezcla de una rápida organización inicial, así como recursos provenientes de un fondo concursable que se ganaron y de aportes de privados, les permitieron sacar adelante su primera película.
Un millón de dólares fue el presupuesto de ese rodaje y hoy, con 19 estrenos fílmicos a su haber, entre los que sobresalen títulos como "Neruda" o "Jackie", cuentan con un nombre a nivel internacional.
Prueba de lo anterior son nominaciones en los Globos de Oro o galardones que han recibido sus trabajos, como los premios que la actriz Natalie Portman obtuvo por su interpretación de la viuda del asesinado presidente Kennedy en los renombrados festivales de cine de Venecia y Toronto.
El éxito de Fabula va más allá de la pantalla grande, ya que también se asociaron con HBO para la producción de la serie para el cable "Prófugos", que la estadounidense ha exhibido en distintos mercados.
El área publicitaria y la creación de con tenidos como programas para la pantalla chica tampoco les son ajenos. Además de realizar un importante número de comerciales, hace un tiempo crearon Fabula Tv.
La producción en Fabula recae en Juan de Dios Larraín, quien ha realizado piezas al margen de la firma. Tal es el caso de sus colaboraciones con el director Sebastián Lelio en películas como la premiada "Gloria", "El año del Tigre" y "Mujer Fantástica", las que tuvieron buenos resultados.
"Hoy, Fabula ha crecido. Partimos con tres personas para la producción de 'Fuga', que fue estrenada el mismo año de la creación de la productora (2006). Pero ahora, al menos, hay quince personas de planta y en las otras áreas al menos hay cinco", explicó la productora ejecutiva de la empresa, dijo Mariane Hartard.
El año pasado Fabula fue parte de grandes piezas audiovisuales en un rol distinto, no como productor o guionista, sino que entregando servicios de apoyo en logística de largometrajes cuyo rodaje se realizó en Chile. Este fue el caso, por ejemplo, de la producción inglesa "Salty" dirigida por Simon West y protagonizada por Antonio Banderas.
La productora de los Larraín se abre camino en esta industria, tal como lo están haciendo otras productoras locales, como Niebla Producciones, que además de desarrollar animaciones y cortometrajes, ha brindado apoyo a producciones extranjeras que han usado al país como locación, como sucedió con "Green Grass" o "La Cordillera", vinculada a una productora argentina, y que en conjunto en 2016 y según estimaciones del sector, dejaron ingresos por unos US$30 millones.