El déficit de comprensión lectora y sus consecuencias
GABRIELA CLIVIOCFA, Economista, Directora de Mazars
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GABRIELA CLIVIOCFA
La comprensión lectora se define como la habilidad para entender, evaluar, utilizar e implicarse con textos escritos, participar en la sociedad, alcanzar las metas propuestas y desarrollar el mayor conocimiento y potencial posibles. La comprensión lectora es fundamental en los procesos de aprendizaje y sin ella no podríamos avanzar como sociedad. Tristemente, en Chile, el 53,4% de los adultos tiene un nivel insuficiente en lo que respecta a comprensión lectora muy por sobre el 18,9% que registra el promedio de los países de la OCDE. En matemáticas el déficit es peor, el 61,9% de la población adulta en Chile anota un resultado insuficiente muy por sobre el 23% del promedio de la OCDE. Si nos enfocamos en los jóvenes de 15 años, los resultados son igualmente malos. De acuerdo a las pruebas PISA, el 34% de los estudiantes obtuvo una nota por debajo de 2 en comprensión lectora cifra que supera el 26% del promedio de la OCDE y el 56% de los estudiantes obtuvo una nota por debajo de 2 en matemática cifra peor que el 31% del promedio de los países de la OCDE. Es decir que solo el 66% de los estudiantes en el país alcanza un nivel de lectura suficiente lo que nos deja muy por debajo del 89% de Singapur.
“Quizás, este déficit en comprensión lectora fue la causa por la cual se le dio una interpretación tan positiva al artículo que apareciera en la revista The Economist la semana anterior”.
Quizás, este déficit en comprensión lectora fue la causa por la cual se le dio una interpretación tan positiva al artículo que apareciera en la revista The Economist la semana anterior. Dicho artículo realizaba un ranking entre los países que lo “habían hecho bien en el año 2023” y fue publicado el 17 de diciembre. Ese día, no habría programa de radio sobre economía o autoridad que no comentara el logro de Chile.
Sin embargo, lo que posicionaba a Chile en la posición 7 de un conjunto de 35 países no era el desempeño de la economía sino la conducción de los banqueros centrales y su determinación en combatir la inflación que quedó como resaca de la pandemia y las ayudas fiscales. En ningún momento se habló en dicho artículo del comportamiento de la economía en su conjunto, ni de los niveles de informalidad. El punto de partida del artículo era que, en materia de crecimiento global, este año 2023 resultó mucho mejor de lo que se esperaba. Por otro lado, la recesión mundial que se esperaba a comienzos de año, sería la consecuencia de las alzas de tasas decretadas a lo largo del mundo por los bancos centrales para tratar de controlar la inflación. Finalmente, como pasa en diferentes ámbitos el consenso resultó equivocado y el mundo crecerá cerca de un 3% este año empujado por Estados Unidos. Chile, que resultó en la muy respetable posición 7 de la tabla de 35 países, obtuvo este puesto debido a la férrea decisión de un Banco Central independiente que prontamente decidió elevar las tasas de interés para controlar una inflación que se desancló completamente como consecuencia del exceso de liquidez provista por los sucesivos IFE y los retiros de los fondos de pensiones. El mismo Banco Central de alguna manera reconoció la convergencia a la inflación objetivo más rápida en el margen y optó por una reducción de la TPM en 75 puntos base mientras que la gran mayoría del mercado anticipaba un recorte de 50 pb. La realidad es que en el Informe de Política Monetaria dado a conocer apenas un día después de la reunión del Consejo, el mismo Banco Central reconocía un deterioro en el crecimiento tendencial del PIB no minero. Seamos claros, este año 2023, la economía va a crecer un 0%; el déficit de cuenta corriente se ubicará en 3,3% del PIB mientras que la inversión como porcentaje del PIB se encontrará en 23,3% y el ahorro no alcanza ni siquiera el 20% del PIB. Esas son las cifras que importan.