Pacheco y la autocrítica: “No podemos abandonar los sueldos y empleos. Y lo abandonamos”
Este “orgulloso socialista” y ex ministro de Energía dice que “el próximo gobierno está en plena disputa”. Él está disponible para la carrera.
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Máximo Pacheco Matte (Santiago, 1953) llega contento a la cafetería del barrio El Golf, saluda a las meseras –se le ve como en casa, a sus anchas, canchero–, se entusiasma con un pie de limón a media tarde y muestra orgulloso su libro Revolución Energética en Chile, que está entre los mejor vendidos y que lo tiene recorriendo el país de norte a sur, juntándose con gente, llenando auditorios. En 600 páginas, 14 autores abordan la gestión en materia de Energía en el anterior gobierno, de lo poco de la ex administración que generó tanto consenso. En la presentación del libro –donde tuvo de presentadores a Bachelet, Boric, Juan Antonio Guzmán–, 300 personas llegaron al salón de honor del ex Congreso y otras 200 quedaron fuera.
¿Está Pacheco en campaña? “Estoy en campaña por contribuir a las ideas y el debate, definitivamente”, declara de entrada, pero es evidente: el exministro de Energía, el chileno que más alto ha llegado en una compañía internacional –estuvo en la cúpula de International Paper–, puede no estar en campaña formal, pero no esconde su interés en llegar a La Moneda. “Me preguntaron si estaba dispuesto a competir en elecciones por un cargo público. Y dije: me parece absolutamente obvia la respuesta. Aquellos que estamos interesados en los asuntos públicos tenemos que concursar por nuestras ideas frente al electorado”, dice mientras cucharea ese dulcísimo pastel. “Pero cada cosa a su tiempo”.
–Se le ve optimista.
–Aprendí que el optimismo es una actitud en la vida. Hay una necesidad en Chile de no solamente hablar de los problemas que tenemos. Hay una necesidad de hablar de lo que hemos hecho bien. Para tener una sociedad mejor necesitamos conversar.
Profesor de la Escuela de Gobierno de la UC, miembro del consejo directivo del DUOC, director de TVN, miembro del Centro de Energía de la UC, una buena parte del tiempo la dedica a la promoción del libro, donde –nuevamente– aparece un Pacheco optimista respecto del clima nacional. “Lo que vivimos en Energía es una demostración clara de que en nuestro país sí existe espacio para el entendimiento, el diálogo y la buena política”, escribe el ingeniero comercial de la Universidad de Chile.
–Pero a juzgar por las redes sociales, este país está en llamas.
–Fuimos capaces de construir un acuerdo institucional para modificar las reglas del juego de un sector estratégico como el energético y lo hicimos a través del diálogo, la negociación y la participación. Una vez que instalas procesos de conversación –bien pensados, bien diseñados, hechos con delicadeza y cuidado, involucrando a los actores en el diseño del proceso–, luego el diálogo es fructífero. Porque este país tiene sensatez y sentido democrático.
–Le parecerá correcto, por lo tanto, el impulso del gobierno de Piñera por el diálogo y los consensos.
–No tengo ninguna duda de que el sistema democrático requiere de un buen diálogo.
–Su partido, el PS, se ha negado a formar parte de las mesas de trabajo…
– El gobierno no puede aspirar a que el diálogo se construya a partir del diseño que ellos hacen, en la forma en que ellos lo determinan y cuando ellos quieren. Es necesario cuidar el proceso. ¿Hubo o no por ejemplo una reunión entre el jefe político del gobierno y el presidente del PS para conversar sobre el proceso que se quería seguir? Hasta donde sé, esa conversación nunca existió. Eso genera problemas, tensiones y malos entendidos.
–¿No considera una cierta lógica obstruccionista de parte de la oposición?
–No se puede aspirar a que la oposición sea gobierno. Es un derecho cuestionar, fiscalizar y oponerse a ideas que no necesariamente tienen el apoyo de todos los sectores.
–Aunque se trate de temas como la niñez vulnerable.
–Fue el mismo PS el que presentó el reclamo porque se estaba reduciendo la partida del presupuesto en favor de los niños. No olvidemos el papel de la oposición en el protocolo de objeción de conciencia por la interrupción del embarazo, el viaje a Harvard, el nombramiento del hermano del presidente como embajador… Es el juego democrático, que se debilita sin una oposición que fiscalice, que cuestione y haga el contrapeso.
Pacheco se va con cuidado con el socialismo: “Soy un orgulloso militante del partido hace muchos años, activo y con mis cuotas al día”, dice sobre la colectividad que seguramente necesitará cuadrada, de prosperar su figura como carta presidencial. Por la última experiencia con Lagos –fue su generalísimo en el último y fracasado intento– seguramente sabrá de sobra que con el PS es preciso andar con cuidado. Tampoco se quema con el segundo gobierno de Bachelet, del que fue ministro entre marzo de 2014 y octubre de 2016, aunque desliza una autocrítica.
“La elección en segunda vuelta fue categórica. ¿Qué es lo que verdaderamente quería escuchar la gente? La gente quería escuchar que íbamos a tener un próximo gobierno que mejoraría la calidad de vida y en Chile la gran mayoría de los chilenos viven de un sueldo y un empleo. Como coalición que representa al mundo del trabajo no podemos abandonar el tema de los sueldos y los empleos y lo abandonamos”.
–¿Cómo se navega entre el laguismo y el bacheletismo? Al laguismo, en el fondo, el segundo gobierno de Bachelet le gustó poco.
–La derecha usaba el término “desalojo” para matar a la oposición y hoy día quiere resucitar a la Concertación. ¿Para qué? Para dividirnos entre laguistas y bacheletistas. Pero no caigo en ese juego.
–Pero si ha sido una parte de la misma centroizquierda la que le ha dado vuelta la espalda a ese pasado reciente.
–Pero no estoy entre ellos. Me siento muy cómodo con la historia de los últimos 30 años.
Quien no quiera verse sorprendido por el devenir político con miras a la elección presidencial 2021 y aunque parezca prematuro, debe seguir con atención los pasos de Pacheco. Lleva el ADN de la Concertación, pero en el bacheletismo oficial –el puñado de ex colaboradores de la ex presidenta agrupados en torno a su fundación sin nombre, de calle del Inca–, les encanta la idea de Pacheco. En privado relatan que convoca a muchos mundos de la izquierda –a la Concertación y a los que intentaron desde la izquierda barrer con su prestigio– y que vislumbran una disputa presidencial entre el ex ministro y Alfredo Moreno, dos empresarios que, desde sus respectivos espacios políticos, miran menos hacia los polos que hacia el centro.
–Sobre la política de alianzas, ¿considera posible algo parecido a la Nueva Mayoría que agrupe a fuerzas tan distintas?
–Yo trataría hoy de sumar a todas las fuerzas opositoras para construir una mayoría.
–¿Pero de la DC al Frente Amplio?
–Absolutamente.
–Suena imposible.
–Vengo de escribir este libro y este libro era un imposible hace cinco años. Pensábamos que el tema energético no tenía solución.
No está de acuerdo con afirmaciones como la de Oscar Landerretche, que señaló que en la cuenta pública de Piñera le pareció ver a un gobierno que se apropiaba de la agenda de reformismo socialdemócrata: “No tengo a Piñera por un socialdemócrata, sino que por un hombre de derecha, hecho y derecho, a cabalidad”. Acepta, sin embargo, que el oficialismo intenta leer correctamente a esta nueva sociedad. “Piñera está viendo de qué manera puede construir una mayoría política para darle gobernabilidad a su proyecto”, analiza.
–La derecha quiere gobernar por ocho años o más y, dado el panorama, parece posible.
–La proyección de la derecha no está para nada resuelta. El próximo gobierno está en plena disputa. En la sociedad chilena hay mucha fuerza en favor de ideas transformadoras y progresistas.
¿El legado de Bachelet? No entiende la palabra legado y evita entrar en la disputa de si el proyecto político del gobierno anterior fue lo que finalmente perdió en la elección. Pero sobre el papel de la presidenta en estos primeros 100 días –que no acomoda a todos en la oposición–, señala: “Bachelet aparece cada vez más como una figura internacional que mira los acontecimientos desde fuera”.
Eso también está por verse, según algunos en la propia ex Nueva Mayoría. Será clave para que florezcan mil flores.
"No hay ninguna forma de que bajemos la tasa de impuestos"
-Usted dijo en el comité central del PS: "Nosotros, como izquierda, necesitamos volver a darle a la economía toda la importancia que tiene". ¿Qué significa aquello?
–Le voy a decir lo que no significa. No significa que nosotros como izquierda tengamos que estar hablando del valor de la UF, ni del valor del tipo de cambio, ni cómo está la bolsa de comercio. Lo que significa es que nosotros tenemos que hablar de lo difícil que es para la gente común y corriente de este país llegar a fin de mes con lo que gana.
–Sobre crecimiento, ¿subir o mantener la tasa de impuestos?
–No hay ninguna forma, en mi opinión, de que bajemos la tasa de impuestos, porque lo que necesitamos es un Estado más robusto, para asegurarle al país muchas cosas en materia de mejoras. Una reducción de impuestos afectaría gravemente muchas de las conquistas sociales que se han conseguido, pero además, significaría no poder atender demandas nuevas que tenemos como país. No veo ninguna posibilidad de que el gobierno consiga el apoyo político para reducir la tasa de impuestos.
–Como ex ministro, ¿qué le pasa a Enel? ¿Se justifican los cortes por lluvias menores, vientos o nevazones?
–Lo que sucede es que necesitamos urgentemente llevar al Parlamento la discusión sobre una nueva ley de distribución eléctrica. Chile es un país que tiene una ley anticuada, que no tiene los incentivos necesarios para hacer eficiencia energética, que no tiene competencia en ese mercado, lo que explica en parte los cortes de suministro. Por lo tanto, necesitamos enfrentar esa realidad con un nuevo marco institucional.
–¿Qué opina de la política energética del actual gobierno?
–Una demostración clara de que esta política energética es de Estado y de país, es que en la propuesta del actual gobierno, que se llama Ruta Energética, hay una continuidad.