Juan Carvajal: “Está por verse si en este gobierno logra imponerse el acento en lo social”
El exasesor de Bachelet 1 analiza la actual administración y la saliente, con los casos Punta Peuco y notario. “Terminó como comenzó: con situaciones inexplicables que reflejan una falta de fineza”.
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Juan Carvajal fue parte de la Secretaría de Comunicaciones de todos los gobiernos de la Concertación, incluido el primero de Michelle Bachelet, donde lideró esa unidad estratégica. Militante socialista desde la secundaria, preso de Villa Grimaldi, clandestino en dictadura y exiliado luego a la RDA -donde coincidió por un tiempo con la expresidenta- con el retorno de la democracia ejerció de periodista en el desaparecido Fortín Mapocho, antes de entrar a trabajar a La Moneda, donde por años se especializó en las crisis político-comunicacionales. Desde que salió del Ejecutivo en marzo de 2010, trabaja en Imaginacción, la empresa del exministro Enrique Correa, donde es consultor senior en tratamiento de conflictos.
-¿Cómo observa el arranque de este gobierno?
-Bueno, bien. El gobierno ha empezado -a diferencia del que termina- con mucho tino y cuidado. Ha hecho las cosas como corresponde. Los signos son los adecuados, desde la nominación de su gabinete a los primeros pasos. La visita del presidente Piñera al Sename el mismo día de asumir demuestra que existe interés en poner un acento en los problemas sociales. En cualquier caso, son los primeros trazos de un dibujo. Ahora, falta observar cuál será la obra, cómo se van a intercalar los colores y, finalmente, si el resultado será el que espera la propia derecha chilena.
- Piñera parece apuntar a la clase media para proyectar a la derecha en Chile.
- Si bien las primeras señales han sido buenas, en el tema del acento social creo que se enfrenta un problema de fondo.
- ¿Cómo cuál?
- La derecha en Chile y, en cualquier lugar del mundo, se caracteriza por centrarse en el crecimiento, la estabilidad económica, en los equilibrios macroeconómicos. La apuesta de Piñera va contra natura, por decirlo de alguna forma, porque supuestamente eran las fuerzas de centroizquierda las que normalmente se ocupaban de los sectores vulnerables. Pero todo esto es lo que aparece en la retórica. Lo que está por verse es, efectivamente, hacia dónde apuntarán los principales hechos y cambios que se propone este gobierno. ¿Qué es lo que va a delinear finalmente el Presidente?
- ¿Piñera y su sector hizo una mejor lectura de la sociedad que la Nueva Mayoría?
- Totalmente, porque la Nueva Mayoría cometió una serie de errores significativos que explican el resultado final. Los problemas que enfrentó el gobierno de Bachelet están determinados por un diagnóstico que puso acento en que la gente quiere cambios sin entender que, al mismo tiempo, quiere estabilidad y no desorden. Es imposible desligar un plan de gobierno del diagnóstico de la sociedad en que se opera. Pero cuidado: la derecha cambió de mirada entre primera y segunda vuelta, donde surgió la necesidad de explicitar comunicacional y publicitariamente que no se iba a derogar las tres causales de aborto, que se mantendría la gratuidad y ciertas señales sobre previsión, entre otros.
- No da por hecho, por ende, que la lectura en segunda vuelta esté instalada totalmente.
- En primera vuelta hubo un énfasis en la derecha tradicional y en la segunda, en cambio, apareció la derecha moderna, audaz. Las certezas que transmitió la publicidad y las comunicaciones en la campaña son bien distintas a las certezas que puede entregar ahora un gobierno que triunfó, que tuvo una mayoría importante, pero que tiene que optar por dónde se encamina. Hay claramente hoy día -mucho más que antes- sensibilidades distintas que se expresan orgánicamente en Chile Vamos.
- Usted habla de la derecha tradicional y la liberal. ¿En qué asuntos se podrá observar, a su juicio, la inclinación de la balanza?
- Para todo lo que se proponga hacer el gobierno, se necesitan recursos. Una primera muestra de fuerza, por lo tanto, será la forma en que éstos se van a obtener y los primeros pasos en materia de impuestos, por ejemplo. ¿Se les bajará impuestos a las grandes empresas? Otro asunto: el lucro en la educación. ¿Va a cambiar o no ese concepto? ¿Cómo se va a enfrentar el tema de educación, al margen de lo que se haga en materia de gratuidad? Un tercer punto: lo previsional. ¿Cómo va a terminar resolviéndose el tema de mejorar las pensiones? El gran fantasma que puede tener el presidente Piñera es la movilización social y los grupos de No+AFP, cuya demanda quedó instalada.
- El Presidente ha planteado con fuerza el acento social que pretende imprimir en su segundo gobierno. ¿Por qué deberían preverse tensiones?
- Mi experiencia en el gobierno es que siempre hay tensiones por sensibilidades distintas y esta administración no tiene por qué ser la excepción. En esas tensiones resulta sustantiva la postura que tenga un Presidente.
- ¿Considera crucial, por lo tanto, el papel del ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno?
- El ministro Moreno tiene un gran desafío. No me cabe la menor duda de que va a tener detractores dentro del propio Ejecutivo y de la propia coalición y, por lo tanto, está por verse si en este gobierno logra imponerse el acento en lo social. Su solo ingreso al comité político no resuelve el problema.
- ¿De qué manera influyen en la oposición los énfasis que tome el gobierno?
- Si este gobierno pone el acento en lo social y se dedica a tomar medidas efectivas comprometiendo a parte importante del empresariado, para resolver problemas inmediatos de los sectores vulnerables, esa inmensa clase media, representará un gran problema para la izquierda y las fuerzas de centro. Será necesario repensar la forma en que se sale al paso con una propuesta que, haciéndose cargo del nuevo Chile, termine siendo distinta.
- Con una derecha moderna, ¿qué le queda a la oposición?¿izquierdizarse?
- No. Con una derecha moderna, a la centroizquierda le queda solo un camino: modernizarse también.
-¿Le parece adecuada la búsqueda de consensos?
-Uno esperaría que determinados cambios sean consensuados, porque las grandes transformaciones se proyectan en el tiempo. Nunca son en dos, tres o cuatro años. Si tuviera que hacer una crítica precisamente a lo que fueron los acentos del segundo gobierno de Bachelet, es que se olvidó que para grandes cambios se requiere de grandes acuerdos, independientemente de la Administración sucesora. Soy un convencido que la mayoría en el Parlamento que se alcanzó en el sector, hizo olvidar la necesidad de consensuar y alcanzar acuerdos.
Punta Peuco: “Quisiera escuchar a la Presidenta explicar qué ocurrió”
-¿Cómo analiza el cierre del segundo gobierno de Bachelet? ¿En qué lo distinguiría del primero? En 2010, de partida, se fue con una popularidad de 83%...
- El segundo gobierno de Bachelet terminó como comenzó: con situaciones inexplicables que reflejan una falta de fineza en cómo se planifican las acciones, cómo se plantean y cómo se entroncan en la dinámica social y política. Los dos hechos finales -el cierre de Punta Peuco y el caso de la nominación de un notario- reflejan aquello, pero hay una continuidad y una forma de hacer las cosas que se dio desde el comienzo. La Presidenta careció de un diseño global, de un grupo cercano que fuera absolutamente leal y que, al mismo tiempo, tuviera una lectura común de cómo enfrentar la implementación de las medidas desde el punto de vista político, comunicacional y de gestión.
-¿Qué ocurrió con el liderazgo presidencial?
- Decayó muchísimo. En varios momentos hizo falta una voz orientadora o que, simplemente, zanjara.
- ¿Por ejemplo?
-Un ejemplo reciente: Quisiera escuchar a la presidenta Bachelet explicar qué ocurrió con Punta Peuco. Hay una versión de lo que ocurrió -la del ministro Jaime Campos-, que es muy mala para la Presidenta. Uno querría saber la verdad. ¿Es cierto que hubo un decreto de última hora o no? ¿Es cierto que el ministro habló sobre el asunto en seis oportunidades a lo largo del gobierno y no se tomó una resolución? El silencio le hace daño a Bachelet, pero le ha hecho daño Caval y varias otras cosas que ocurrieron entre medio, como anunciar en 2015 un cambio de gabinete por televisión.
-¿Cuál es el problema de fondo en el caso Punta Peuco?
-Su imagen, su liderazgo y su persona están en duda frente a aquellos sectores que demandaban el cierre de Punta Peuco. Pero el problema de fondo es que una decisión de esa naturaleza no se podría tomar -si es cierto- a horas de un cambio de mando: eso no se hace. Si se iba a hacer había que hacerlo con la anticipación debida, con la claridad y con una explicación política y comunicacional adecuada.
-¿Le pareció útil presentar el proyecto de nueva Constitución la última semana?
-En una nueva Constitución se debió recurrir a los acuerdos mayoritarios, no solo de nuestro mundo. Eso habría hecho posible que este proceso continuara.
-A cinco días de terminar el período, el gobierno designó a Luis Toledo, ex fiscal a cargo de la investigación de Caval, como notario de San Fernando. ¿Qué opinión tiene sobre ese episodio?
-Que resulta negativo para la presidenta, porque la ciudadanía percibe con sospecha este hecho.