Perú: Apareció el cuco

Cristián Faúndes

Cuando todos se acostumbraban a la idea de que la Presidenta Dina Boluarte se mantendría en el poder hasta el término de su mandato, surge el "caso Rolex". No se trata de una filtración ni una sofisticada investigación, sino que resulta de un simple y metódico seguimiento periodístico de imágenes en presentaciones públicas. Dada la naturaleza del asunto, queda la duda si es que todo este embrollo es una cuestión de torpeza política, exceso de confianza, simple vanidad, o todas las anteriores.

Una cosa lleva a la otra. Una fotografía de la máxima autoridad con un Rolex derivó en la pregunta sobre si era el mismo utilizado el día anterior; la revisión de varias imágenes permitió al periodista Marco Sifuentes identificar a lo menos 14 relojes de alta gama. Así, una sencilla pregunta respecto de su origen derivó en el vendaval político que presenciamos hoy.

El silencio de la gobernante incita a la prensa a indagar y como resultado aparecen también joyas, que en conjunto se evalúan en más de US$ 500 mil. Contraloría constata la ausencia de los artículos de lujo en las declaraciones juradas de Boluarte, y en ese vistazo aflora, además, un súbito aumento de patrimonio y la existencia de cuentas bancarias que requieren revisión. La fiscalía nacional inicia una investigación por enriquecimiento ilícito el 18 de marzo y muy pronto se amplía el marco fáctico de la imputación con el hallazgo de nueva evidencia.

El entorno político ha buscado apuntalar al régimen cuestionando el proceder de la justicia y haciendo llamados a “defender” la estabilidad. La misma Cancillería informó a la comunidad internacional que “la democracia peruana resiste”. Pero solo un esquema autoritario puede “resistir” al cuestionamiento por enriquecimiento irregular. En cambio, una democracia responde y rinde cuentas. Se insiste en que la inestabilidad ahuyenta las inversiones, pero la falta de probidad y transparencia también lo hacen.

Queda presenciar si la institucionalidad tiene la fortaleza para encarar la crisis y resolver las legítimas inquietudes, no sólo para la justicia, esencialmente para la ciudadanía y la inversión extranjera. El voto de confianza que el Congreso otorgó el miércoles al nuevo primer ministro y su gabinete es una señal inequívoca de respaldo al Ejecutivo, pero se produce sin que el Gobierno haya aclarado la situación. Al punto de que el diario La República acusa un “pacto de facto” por el cual un “intercambio de favores entre el Congreso y Ejecutivo garantiza impunidad”.

El fantasma de la corrupción se muestra ante la opinión pública. Este caso permitirá conocer la extensión de sus tentáculos, si es que los tiene. Y aunque no podemos adelantarnos a lo que dirima la justicia, es evidente que apareció el cuco, en la clara evidencia de las pruebas y la falta de transparencia para gestionar el caso.

Cristián Faúndes

Periodista