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Opinión

¿Es el empresario un vulgar hombre económico?

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 30 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.

Pregúntele a cualquiera ¿qué mueve a un empresario? y lo mirará como si bajara de la luna. Qué otra cosa que el afán de lucro y el bienestar material que compra el dinero. Pero esta respuesta aparentemente tan obvia, lo es menos si uno se pregunta ¿por qué un empresario que tiene un US$ 1 millón se esfuerza tanto por adquirir su segundo millón? Y es definitivamente insatisfactoria si uno se pregunta ¿por qué un gran empresario que ya tiene US$ 100 millones se esfuerza tanto por tener otros US$ 100 millones? En efecto, una vez cubierto sus deseos mayores con toda comodidad ¿qué tanto más le aporta tener aún más holgura económica? O sea, como tantas cosas más -pasado cierto umbral- el dinero y la gratificación que ella brinda entran a fuertes rendimientos decrecientes.



Pasado ese umbral, si ya no es la plata ¿por qué se esfuerza tanto el empresario hasta casi sin parar? Muchos se mueven por el deseo de hacer algo nuevo, que otros no han podido hacer o hacer tan bien. Satisface su deseo de asumir desafíos, de innovar y ser creativo. Es algo como el alpinista que tiene que trepar el Everest por el desafío que ello significa.

Otros se mueven por el prestigio y status que el mayor éxito económico brinda. En éstos, el dinero es como un termómetro que mide cuán bien lo están haciendo. No les mueve tanto el deseo de gastar US$ 1.000 millones si no el amasarlos, puesto que ello los coloca en los lugares más elevados del ranking de hombres exitosos. Para otros el hacer grandes fortunas es importante por el poder que le puede dar en esferas no económicas -sobre todo en la dirección que toma su sociedad. Así, puede influir comprando un diario o canal de televisión, tal vez financiando causas de su interés (contra o a favor del aborto, los gays, las hidroeléctricas, etc.) o derechamente financiando campañas de partidos o de candidatos que considera buenos para el país.

Lo más probable es que lo mueva no un solo factor si no una combinación de factores, igual o similar a las anteriores. Pero el punto es, que el empresario se mueve no sólo por motivaciones económicas, si no por motivaciones no económicas. Y a mayor ingreso, mayor el peso de las motivaciones no económicas. Tal vez por eso vemos que grandes empresarios, como Bill Gates y Warren Buffett, han decidido donar el 80%-90% de su patrimonio a obras de caridad. Esto sería inconcebible si hubieran creado sus fortunas simplemente para que ellos y los suyos tuvieran más. Por el contrario, esto demuestra que crearon riqueza para expresar su creatividad o para obtener prestigio, status e influencia, pero no por la plata en sí. En las palabras de Andrew Carnegie, el magnate norteamericano del acero, es un deber crear una fortuna, pero es trágico morir rico, razón que lo motivó a donar la mayor parte de su fortuna.

Contrapartida de esta conclusión, que el empresario no se mueve exclusivamente por una motivación monetaria, es que es exagerado el temor que mayores impuestos a los ricos dañarían seriamente sus incentivos. Los afectaría gravemente, por cierto, si el empresario fuera motivado exclusivamente por intereses monetarios, como el vulgar hombre económico. En cambio, precisamente porque lo que mueve a los empresarios -sobre todo a los grandes empresarios- no es el dinero en sí, si no factores no económicos como la creatividad, el prestigio y la influencia, podemos concluir que se puede elevar la tributación a los altos ingresos sin desincentivar significativamente el esfuerzo.

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