Ad portas de finalizar 2010 parece adecuado realizar un recuento de lo que nos ha dejado el año del Bicentenario.
Pese a que esperábamos tener celebraciones y actos conmemorativos por los 200 años de nuestra independencia, los recuerdos espontáneos de este año están asociados principalmente a sucesos dolorosos. De hecho, dentro de los cinco acontecimientos que las personas consideran más importantes para el país durante el año se encuentran tres asociados a momentos trágicos, el terremoto del 27 de febrero, el rescate de los mineros atrapados en la mina San José y el incendio en la cárcel de San Miguel. Pese a todo lo anterior, los chilenos estamos optimistas: el índice de percepción de la economía ha alcanzado los niveles más altos de la última década, dejando atrás los efectos de la crisis que nos afectó durante 2008-2009. Hoy más de un 60% de las personas considera que la economía del país está bien o muy bien y las expectativas para 2011 son aún mejores. Tales percepciones están en línea con las proyecciones macroeconómicas, pues se espera que este año terminemos con un crecimiento del PIB aproximado del 5% y para el próximo año dicha cifra debería superar el 6%. A su vez el desempleo, que a comienzo de 2010 era de 9%, hoy está en 7,6% y se espera que baje a 7,2% el próximo año.
Este aumento en la confianza de los consumidores provocará una expansión de la demanda interna de alrededor del 7% real. Esto ya se vio reflejado en el continuo aumento de las ventas del retail y en particular las generadas en Navidad, las que alcanzaron el nivel más alto de los últimos 20 años con un incremento superior al 15% respecto al año pasado. Con ello, el sector comercio continuará expandiéndose, destacando especialmente los bienes durables y el sector automotriz. También el sector construcción, intensivo en mano de obra, será un fuerte pilar de la expansión económica, tanto por las inversiones requeridas en infraestructura vial como por la construcción de viviendas.
El 2010 cerrará con una inflación cercana al 3%; sin embargo, el alza actual y futura en el precio de los alimentos a nivel mundial generará una presión inflacionaria, que en el caso chileno es relevante si se considera que dicho ítem tiene un peso cercano al 20% en la canasta del IPC, tal como lo advierte el Banco Central en el último Informe de Política Monetaria. Por lo anterior, la inflación esperada estará más cerca del 3,5% anual. A esto se suma el aumento en el precio de las materias primas, en particular el petróleo, que podría llegar a los US$ 100 el barril, y el cobre que podría superar la barrera de los US$ 5.
De esta manera, 2011 será un tiempo de reconstrucción y de concretización de importantes proyectos. Habrá que enfocarse en recuperar tanto la infraestructura y los daños colaterales dejados por el terremoto, así como hacer frente a las graves carencias y debilidades que quedaron al descubierto con cada uno de los trágicos acontecimientos ocurridos este año. Los hechos que marcaron el año del Bicentenario nos han obligado a reordenar nuestras prioridades, lo que nos permitirá mirar 2011 desde una perspectiva distinta.
Pese a que esperábamos tener celebraciones y actos conmemorativos por los 200 años de nuestra independencia, los recuerdos espontáneos de este año están asociados principalmente a sucesos dolorosos. De hecho, dentro de los cinco acontecimientos que las personas consideran más importantes para el país durante el año se encuentran tres asociados a momentos trágicos, el terremoto del 27 de febrero, el rescate de los mineros atrapados en la mina San José y el incendio en la cárcel de San Miguel. Pese a todo lo anterior, los chilenos estamos optimistas: el índice de percepción de la economía ha alcanzado los niveles más altos de la última década, dejando atrás los efectos de la crisis que nos afectó durante 2008-2009. Hoy más de un 60% de las personas considera que la economía del país está bien o muy bien y las expectativas para 2011 son aún mejores. Tales percepciones están en línea con las proyecciones macroeconómicas, pues se espera que este año terminemos con un crecimiento del PIB aproximado del 5% y para el próximo año dicha cifra debería superar el 6%. A su vez el desempleo, que a comienzo de 2010 era de 9%, hoy está en 7,6% y se espera que baje a 7,2% el próximo año.
Este aumento en la confianza de los consumidores provocará una expansión de la demanda interna de alrededor del 7% real. Esto ya se vio reflejado en el continuo aumento de las ventas del retail y en particular las generadas en Navidad, las que alcanzaron el nivel más alto de los últimos 20 años con un incremento superior al 15% respecto al año pasado. Con ello, el sector comercio continuará expandiéndose, destacando especialmente los bienes durables y el sector automotriz. También el sector construcción, intensivo en mano de obra, será un fuerte pilar de la expansión económica, tanto por las inversiones requeridas en infraestructura vial como por la construcción de viviendas.
El 2010 cerrará con una inflación cercana al 3%; sin embargo, el alza actual y futura en el precio de los alimentos a nivel mundial generará una presión inflacionaria, que en el caso chileno es relevante si se considera que dicho ítem tiene un peso cercano al 20% en la canasta del IPC, tal como lo advierte el Banco Central en el último Informe de Política Monetaria. Por lo anterior, la inflación esperada estará más cerca del 3,5% anual. A esto se suma el aumento en el precio de las materias primas, en particular el petróleo, que podría llegar a los US$ 100 el barril, y el cobre que podría superar la barrera de los US$ 5.
De esta manera, 2011 será un tiempo de reconstrucción y de concretización de importantes proyectos. Habrá que enfocarse en recuperar tanto la infraestructura y los daños colaterales dejados por el terremoto, así como hacer frente a las graves carencias y debilidades que quedaron al descubierto con cada uno de los trágicos acontecimientos ocurridos este año. Los hechos que marcaron el año del Bicentenario nos han obligado a reordenar nuestras prioridades, lo que nos permitirá mirar 2011 desde una perspectiva distinta.