causa de la pandemia del Covid-129, por primera vez desde que se lleva un registro oficial, iniciado en 1992, la economía de China se contrajo: -6,8% el primer trimestre de este año, más de lo esperado en algunos análisis. Se prevé que en 2020 se pierdan unos 30 millones de empleos, casi 10 millones más de los perdidos durante la crisis financiera mundial de 2008. Si bien la bolsa china ha resistido mejor que otras los embates del coronavirus, el fuerte golpe sufrido por la segunda economía mundial no tiene precedentes, como probablemente tampoco lo tengan sus repercusiones a nivel global.
Paradojalmente, lo peor de la crisis sanitaria ya parece haber pasado en China, que ya dejó atrás el peak en cifras de contagios e incluso levantó la cuarentena de casi tres meses en Wuhan, origen del brote a fines del año pasado. Junto con eso, amplios sectores de la economía que estaban paralizados en febrero ya comienzan a retomar actividad. A diferencias de graves crisis de otra índole —como desastres naturales o guerras—, el aparato chino productivo y financiero no está destruido, sólo detenido, al igual que su capital humano. En parte por eso las proyecciones de un rebote en 2021 son relativamente optimistas. De hecho, la tasa de desempleo urbano bajó de 6,2% en febrero a 5,9% en marzo, mientras la producción industrial cayó 1,1% ese último mes, menos que lo anticipado.
Con todo, pese a que Beijing ha tomado algunas medidas reactivadoras y relajado la política monetaria para liberar el flujo de créditos a la economía, el verdadero estímulo a la economía de China sería la recuperación de la demanda mundial, precisamente cuando ésta se encuentra deprimida por la propagación del coronavirus, que está lejos de haber alcanzado su peak en muchos países. Entre ellos, Estados Unidos, la primera economía mundial.
Incluso algo incidental como el envío de ventiladores chinos a Chile pone de relieve que si esta pandemia ha sido, en un sentido literal, una crisis globalizada, la salida también tendrá que serlo.