Un reciente informe sobre el estado de cosas en materia de transparencia corporativa en Chile ha constatado que en los últimos años se ha producido un sustantivo avance. Puesto en cifras, lo anterior se expresa tanto en la cantidad de empresas que han alcanzado un estándar internacional como en la sostenida evolución que muestra en los últimos años el indicador que mide este atributo y que elabora la consultora Inteligencia de Negocios, en alianza con reputadas entidades como la UDD, KPMG, Chile Transparente y con el apoyo de este medio.
No obstante, resulta inevitable señalar que la sensación ambiente no se condice con lo que muestran las cifras. La ocurrencia de variados casos que comprometen a empresas en asuntos atentatorios a la libre competencia, la transparencia del mercado de capitales y hasta el financiamiento de la política, instan a, junto con celebrar los avances producidos en materia de transparencia, no perder de vista que aún resta camino por recorrer.
En efecto, y más allá de que se trate de casos puntuales o que los escándalos del último tiempo sean la expresión local de un fenómeno que se da de manera similar en muchas naciones con altos estándares corporativos, el mundo de las empresas y sus representantes no debe ser pasivo o reactivo frente a casos que mellan su reputación. La condena enérgica de las infracciones es justa y necesaria, como también un proceder proactivo en la promoción de las mejores prácticas, ya sea por la vía de recomendaciones de autorregulación, como estableciendo exigencias que incentiven y premien a las empresas que decididamente avancen hacia una mayor transparencia.