Señora Directora:
Seguir repitiendo –y causando preocupación- por la “extrema” dependencia que tiene Chile del cobre y una baja diversificación es a todas luces irresponsable, más aún cuando se utilizan los medios para tal desinformación.
La minería en 2000 suponía el 18,7% del PIB. Ya el Banco Central reporta que en 2018 los servicios financieros, personales, el comercio y la manufactura componían el 52,9% del PIB chileno, mientras la minería en su conjunto ocupa el quinto lugar con 11,1% (casi cinco veces menos).
Encender alarmas de la urgencia por diversificar la producción, como si fuéramos un país monoproductor, es desconocer los datos y el gran avance que estos importantes sectores han tenido en casi dos décadas.
Además, el desarrollo de la industria minera y del cobre, cada vez más tecnologizada, permite obtener de manera más eficiente el mineral, pero también supone desarrollo de industrias paralelas (técnicos que reparan, vuelos y hotelería para los trabajadores, informáticos, entre otros), gran aparataje que sostiene la industria.
El llamado, por tanto, es a no quedarse con la punta del iceberg, sino que ver toda la gran estructura que permite que la industria minera ocupe los prestigiosos lugares que tiene hoy; y dejar de hacer creer que el ingreso de Chile pende de un hilo... de cobre.
Soledad Rodríguez
Economista