Señales de la justicia
Gran polémica ha desatado el fallo de tribunales que condenó a seis...
Gran polémica ha desatado el fallo de tribunales que condenó a seis años de libertad vigilada al anarquista Luciano Pitronello quien en junio de 2011 hizo detonar un artefacto explosivo en una sucursal bancaria, resultando con graves lesiones. Los jueces que conocieron el caso estimaron, pese a la abundante evidencia, que el imputado sólo podía ser condenado por tenencia de artefacto explosivo, daños y adulteración de placa patente y no acogieron que el delito reunía las características de terrorista.
El abogado defensor, en tanto, ha argumentado que la instalación del artefacto explosivo y su detonación constituían un “acto de protesta”, que la hora en que se produjeron los hechos representaban un atenuante dado que circulaban pocas personas y que pese a haberse negado a identificar a su cómplice, su defendido colaboró con la justicia al participar de las diligencias requeridas.
Si bien existe la intención del fiscal regional y de las autoridades de recurrir de nulidad, en este caso las señales enviadas con este fallo revisten especial gravedad. Sólo de seguir la argumentación del abogado la opinión pública perfectamente podría inferir que es posible “protestar” colocando artefactos explosivos, que bastaría realizar los atentados en las horas adecuadas para que dichos actos no sean terroristas y que no importa si se colabora en la identificación de los culpables, ya que bastaría con estar disponible para los trámites básicos de la investigación. Este conjunto de señales son especialmente preocupantes y amenazan con marcar un hito inquietante en el devenir de la reforma procesal penal que el país emprendió a principios de la década pasada.