Las autoridades españolas confirmaron la semana pasada que, tras dos años de recesión, la economía finalmente dejó de contraerse en el tercer trimestre, con un magro crecimiento de 0,1%. Aunque las cifras todavía son modestas y no se puede descartar que vuelva a haber una caída en los próximos meses, las señales son alentadoras.
El último repunte refleja una expansión de la demanda interna, con el gasto de los hogares subiendo 0,4% en el tercer trimestre, su primer avance luego de cinco trimestres de caída. Junto con ello, la recuperación de la inversión es otro factor que está apuntalando la recuperación.
Pero los observadores destacan particularmente el hecho de que el crecimiento de la actividad ha comenzado progresivamente a sostenerse sobre una recuperación de las exportaciones.
Este elemento es clave para el futuro, porque precisamente uno de los factores que gatilló la crisis fue que durante años las economías periféricas mantuvieron un déficit de cuenta corriente respecto de sus grandes vecinos, particularmente Alemania, debido a la pérdida de competitividad de su industria local. Revertir este déficit será vital para asegurar una recuperación sostenida.