El fin de un largo y tortuoso proceso comienza a acercarse, luego de que en la madrugada del miércoles, una amplia mayoría de senadores en Brasil votara por someter a la suspendida presidenta Dilma Rousseff a un juicio político por manipular las cuentas fiscales del país.
Con 59 votos a favor y sólo 21 en contra, la decisión obtuvo más apoyo de lo que se había anticipado, lo que permite suponer que la suerte de la mandataria ya está echada, una vez que produzca la resolución definitiva, algo que podría ocurrir en apenas dos semanas.
La noticia fue celebrada por los mercados con repuntes de la moneda y las acciones locales, que vienen en una sostenida recuperación desde que Rousseff fue alejada de su cargo, a mediados de abril.
Más allá de las ideologías políticas y las denuncias de corrupción, los inversionistas están apostando a que la salida definitiva de la mandataria ayudará a despejar las incertidumbres que pesan sobre el país, permitirá dar vuelta la página de la crisis y ayudará a las nuevas autoridades a emprender las complejas reformas económicas que son necesarias para recuperar el camino del crecimiento.
Una etapa está llegando a su fin, pero es seguro que el nuevo gobierno también afrontará grandes desafíos.