Editorial

Relaciones laborales de futuro

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Entre los temas polémicos que abrió la última cuenta presidencial, el anuncio de un proyecto de ley para establecer una negociación colectiva multinivel abrió un nuevo foco de tensión con el sector empresarial. Si bien no se conocen los detalles de esta iniciativa concordada solamente con la CUT, es muy probable que la idea no cuente con los apoyos en el Congreso o se corra el riesgo de caer en un debate extemporáneo y alejado de la realidad actual y futura del mercado laboral.

Cualquier legislación que se implemente y que aborde aspectos estructurales del manejo económico, como tributos, pensiones, educación y empleo, debe entenderse que regirá por los próximos 20 o 30 años, por lo que es necesario pensar en los efectos que estas acciones y modificaciones tendrán en el país del mañana.

El proyecto de negociación multinivel corre el riesgo de caer en un debate extemporáneo, alejado de la realidad.

Esto es particularmente relevante, al tener en cuenta que el porcentaje de sindicalización en Chile no ha superado el 23% en los últimos 30 años y que menos del 7% de las empresas cuenta con trabajadores sindicalizados, de acuerdo con la novena Encuesta Laboral de la Dirección del Trabajo de 2022. El mismo informe explicita que ese año se incorporaron poco más de 3 mil instrumentos colectivos y acuerdos de grupo negociador en todo el país, con 411 mil trabajadores adscritos. Con ello, en la actualidad hay vigentes unos 10.500 contratos colectivos, que involucran algo más de 1.400.000 empleados.

El anuncio del Presidente responde naturalmente a la convicción del Frente Amplio sobre cómo debieran ser las relaciones entre trabajadores y empresa, pero es imprescindible asumir también que el mercado laboral, las industrias y los vínculos contractuales están cambiando y seguirán variando en la medida en que los mercados internalicen las realidades que emergen.

Hay que hacerse cargo del recambio generacional con la entrada de millenials y centenials al mundo del trabajo, la paulatina retirada de boomers y de la generación x, el despliegue del teletrabajo y sus modalidades híbridas, y la incorporación de nuevas industrias, como las energías verdes y la Inteligencia Artificial. Todo esto ya está generando esquemas distintos de relacionamiento entre los empleados y las compañías, por lo que enfrentar una legislación en este sector con una mentalidad propia del siglo pasado, no colabora, sino que entorpece.

Aún resta conocer los detalles de la propuesta y es de esperar que el Gobierno incorpore otras miradas, como la la integración del mundo empresarial al debate, de manera de que esto sea fruto de un acuerdo transversal, pero por sobre todo que sirva a las nuevas generaciones.

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