Reforma de pensiones: ¿nueva oportunidad?
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La señal más clara de cuan compleja ha sido la tramitación legislativa del proyecto de pensiones del Gobierno -pero también de cuan insistente ha sido La Moneda con propuestas que no generan consenso-, fue que hasta el último minuto de la votación en la Cámara este miércoles había no pocas posibilidades de que los diputados rechazaran la idea de legislar. Finalmente la aprobaron, para alivio del Ejecutivo, pero a continuación pasaron a rechazar parte importante de lo que el Gobierno planteaba como el corazón de la reforma, al punto de que algunos analistas consideran que es “un cascarón vacío” lo que ahora deberá continuar su trámite en el Senado.
Lo cierto es que ambas son buenas noticias. Por un lado, negarse a legislar no sólo habría sido un durísimo golpe para el Gobierno (el costo menor), sino que habría significado cerrarse a una de las reformas que el país más necesita, que se ha dilatado por años bajo gobiernos de distinto signo. Bienvenido, entonces, que el debate siga su curso en el Senado.
Por otra parte, también es una buena noticia para la salud actual y la viabilidad futura del sistema de pensiones que varios de los aspectos más controvertidos del proyecto -con frecuencia porque el juicio técnico chocaba con la agenda política de La Moneda- fueran rechazados. Entre otros, la cotización adicional del 6%, su distribución en “3 y 3”, y elementos clave de la pretendida reorganización de la industria (en la práctica, una virtual estatización de muy dudosos beneficios en términos de costos, eficiencia y operatividad) no pasaron el filtro de la Cámara, incluyendo el de sectores del oficialismo.
El Gobierno tiene ahora la oportunidad de proponer una reforma que genere mayores consensos. El desafío es evitar que, en el ánimo de conseguir los votos para obtener mayoría, se pongan sobre la mesa propuestas sin un análisis técnico suficientemente sólido, como pasó en la Cámara con el seguro de longevidad o los autopréstamos. Es hora de un proyecto previsional que definitivamente se haga cargo de problemas estructurales -y muy bien diagnosticados-, como la baja cobertura, las lagunas previsionales, la edad de jubilación y otros.