Presión sobre el empleo
La reciente aprobación de la reforma de pensiones pone una presión adicional al mercado laboral -al aumentar paulatinamente 7% las cotizaciones que pagan los empleadores-, el que ya ha resentido los efectos de medidas implementadas recientemente como la reducción progresiva de la jornada a 40 horas y el incremento del salario mínimo a $ 500 mil.
La reciente publicación de los datos de empleo nos recuerda que la situación del mercado laboral es todavía precaria y requiere ser abordada con sentido de urgencia. El desempleo llegó en el trimestre octubre-diciembre a 8,1%, aunque corregido por estacionalidad alcanza el 8,5%, un nivel históricamente alto.
Por su parte, el empleo registró un alza interanual de solo 0,9% en el mismo período, la menor en casi cuatro años, lo que nos deja con una tasa de ocupación de 56,6%, dos puntos por debajo del nivel prepandemia, por lo que se necesitarían más de 300 mil empleos adicionales para recién recuperar el nivel de ocupación previo a la crisis sanitaria.
Esta debilidad del mercado laboral chileno se da en medio de los cambios profundos que está experimentando el empleo a nivel mundial. El último informe del World Economic Forum sobre los trabajos del futuro, anticipa que se espera un cambio estructural significativo en el mercado laboral entre 2025 y 2030 debido a los avances tecnológicos, la transición hacia economías verdes, la incertidumbre económica, las tensiones geopolíticas y los cambios demográficos.
Por ejemplo, mientras las economías de ingresos bajos y medios enfrentarán una presión por crear empleo debido al rápido crecimiento de su población en edad de trabajar, las economías avanzadas buscarán automatizar procesos por su población envejecida, acelerando aún más la adopción de las nuevas tecnologías.
El explosivo crecimiento en el uso de inteligencia artificial en el mundo corporativo y la consecuente automatización de procesos se sumarán a los efectos que sobre el empleo traen aparejadas las nuevas regulaciones laborales que encarecen los costos en Chile.
Todo lo anterior debe hacer reaccionar a las autoridades en dos frentes. En primer lugar, es fundamental impulsar iniciativas que aumenten la flexibilidad, rebajen los costos laborales -en especial los asociados al despido- y mejoren la empleabilidad de los trabajadores, impulsando programas de upskilling y el reskilling. Pero en paralelo es imperativo descartar cualquier medida que encarezca aún más la contratación o le ponga presión adicional al mercado laboral. Proyectos como el de negociación ramal u otros en el mismo sentido no tienen cabida en un mercado laboral deteriorado que enfrenta desafíos crecientes y cada vez más inciertos.