Naturaleza de las demandas estudiantiles
El movimiento estudiantil ha desbordado los márgenes que permitían calificarlo justamente de estudiantil...
El movimiento estudiantil ha desbordado los márgenes que permitían calificarlo justamente de estudiantil. Con reivindicaciones como la renacionalización de las riquezas naturales o el establecimiento de mayores impuestos a las empresas según dicte la voluntad de los muchachos movilizados, los espacios de diálogo con su contraparte directa, en este caso el ministro de Educación, se han estrechado y hasta anulado, ya que demandas de este tipo no sólo ponen en un plano secundario las exigencias de mayores recursos económicos y beneficios, que aparentemente inspiraban el grueso de los petitorios iniciales, sino que obligan a cambiar de interlocutor.
De igual forma, el que la voluntad de diálogo de los dirigentes estudiantiles esté condicionada a la concesión ex ante de lo que se pide, coloca una barrera difícil de soslayar a las autoridades, las que virtualmente tendrían que concurrir a los encuentros de trabajo a firmar verdaderas cartas de rendición.
En suma, la ampliación de los pliegos a temas imposibles de resolver por ninguna autoridad al fragor de tomas y revueltas callejeras, así como la actitud de diálogo condicionado, han conformado un cuadro complejo que en lo que respecta a la educación secundaria ha forzado la decisión de adelantar las vacaciones de invierno y extender el año escolar hasta el 14 de enero para los establecimientos movilizados. La decisión ministerial es una señal potente, pero que de nada servirá si al cabo de unas semanas no se restablece la racionalidad. Los dirigentes estudiantiles deben asumir que su representación exige no sólo liderazgo, sino que también responsabilidad y respeto por los derechos de todos los estudiantes.