Un momento de definiciones financieras que podría tener profundas implicancias en la organización industrial es el que se encuentra viviendo un importante número de empresas salmoneras. Tras el período de complicaciones vivido hace unos años que llevó a gran parte de las firmas del sector a adecuar sus modelos de producción, enfrentar severos ajustes en sus ingresos, reestructurar pasivos y acudir a los mercados en busca de capital, este año varias de ellas se encuentran en conversaciones con sus acreedores en busca de nuevas condiciones que le permitan cierto alivio financiero. Lo anterior en un contexto en que los precios del producto se mantienen bajos y en que los costos derivados de la regulación o los directamente relacionados con los insumos productivos están altos, presionando los márgenes.
Si bien hay actores de tamaño que se han adelantado en este proceso de conversaciones y que cuentan con espaldas para obtener ciertas condiciones de plazos que les permitan operar con holgura, es muy probable que las mayores exigencias por parte de la banca hacia este sector lleven a las firmas de menor escala o más presionadas a explorar fórmulas de consolidación o ajuste que les permitan ganar eficiencias para subsistir.
Se trata de un proceso que se vivirá en los meses venideros, que no estará exento de tensiones y que requerirá de todos los involucrados realismo, pero sobre todo disciplina y transparencia, de modo que una industria que fue y sigue siendo tan relevante para el país alcance un estado de madurez sustentable en el largo plazo, que permita brindar empleo y generar riqueza en las regiones donde está presente.