Medidas de combate a la contaminación

Un cuadro de condiciones climáticas especialmente adversas ha generado en la capital una seguidilla de episodios ambientales críticos que trastornan profundamente el día a día de millones de personas, ya sea porque las medidas de contención dispuestas restringen el normal funcionamiento de medios de transporte, de sistemas de calefacción y de variadas actividades industriales, como porque de facto las peores condiciones de ventilación tienen un elevado costo sanitario, de extensos alcances sociales y, claro que sí, económicos.

Una dimensión nueva que se añade al análisis, es que la condición de estrés ambiental se ha propagado a nuevas ciudades, afectando a varios cientos de miles de personas adicionales a los millones de habitantes de la Región Metropolitana. Dado esto, resulta difícil sostener que en este ámbito se han adoptado las políticas correctas y menos las de fondo.

Demás está decir que diagnósticos en esta materia existen, de modo que no se espera de las autoridades soluciones parche o paliativas, sino que políticas eficaces a largo plazo. De lo contrario, podría pensarse que el conflicto entre un bien público prioritario -la salud- y la compleja gama de consideraciones económicas y políticas envueltas se ha zanjado a favor de estas últimas. Los responsables del bienestar social deben saber identificar las prioridades y, sobre todo, actuar con decisión aprovechando el sistema de premios y castigos que ofrece el andamiaje normativo y democrático de modo de neutralizar las mayores fuentes de emisión sin paralizar el pulso de la ciudad, lo cual supone sancionar las infracciones y, por supuesto, premiar a quienes puedan con un menor nivel de emisiones.