Hace unos meses el director del Centro de Estudios Públicos (CEP) y la semana pasada el ministro de Hacienda en la inauguración de Enade 2017, han planteado que el malestar social y las protestas callejeras de grupos de presión no son sintomáticas de un rechazo al modelo de economía social de mercado, sino que más bien son la expresión de una demanda social de mayor seguridad que les permita a las personas ser menos vulnerables a shocks que las arrojen de vuelta a la pobreza, de la cual el modelo las sacó.
Si bien ambas aproximaciones difieren en algunas de sus lecturas restrospectivas y también en cómo este diagnóstico decanta a la hora de buscar soluciones, la reflexión de fondo es de la mayor relevancia en el contexto político y electoral (cuando falta menos de un mes para la primera vuelta) y a la luz de la evidencia que confirma que lejos de exorcizar el fenómeno de la inseguridad social, en los últimos cuatro años la estrategia seguida quizás deje como saldo una precarización, dado lo que ha pasado en materia de calidad del empleo, crecimiento, inversión y hasta seguridad pública.
Por eso, es probable que uno de los llamados legados que quede sea justamente el de la revalorización de la importancia del crecimiento, cuestión que de manera muy ilustrativa puso sobre relieve el expresidente Ricardo Lagos cuando dijo que lo realmente esencial es crecer y que lo demás es “música”.
Los electores han podido ver en distintos foros en las últimas jornadas las visiones y propuestas de los distintos candidatos y saben, hoy mejor que antes, cuán sólidas y viables son, situación que los exhorta a votar responsablemente, ya que, como todos ellos coinciden, no da lo mismo quién gobierne.