Llegó el momento de las prioridades
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El Presidente Gabriel Boric tiene el tiempo en contra. Tras dos años de Gobierno, sin grandes hitos legislativos ni medidas que respondan en forma contundente a las grandes preocupaciones ciudadanas en pensiones, salud, seguridad y crecimiento, le resta poco más de un año para lograrlo, considerando que 2025 estará, en gran parte, monopolizado por la siguiente elección presidencial. Sin embargo, el resultado del segundo plebiscito constitucional abrió una inédita coyuntura que podría permitir al mandatario poner en marcha soluciones que funcionen.
Todo depende de que, efectivamente, pase de las declaraciones a los hechos y de que instruya a sus equipos a alcanzar acuerdos en distintos frentes y a evitar imponer visiones o perspectivas, pretendiendo leer en el resultado del plebiscito algún espaldarazo. En la noche del domingo, el Presidente evitó los triunfalismos y dijo que “ya no hay excusas”, porque “las urgencias son otras”. Redoblar esfuerzos en el pacto fiscal, avanzar en seguridad, salud, vivienda, educación y pensiones fueron sus focos.
Chile necesita certezas en seguridad pública, social, crecimiento a largo plazo y creación de valor agregado. De lo contrario es como si no nos hubiéramos movido en 35 años.
Lo paradójico es que los problemas que dieron origen a los dos proceso constitucionales siguen vigentes y, dados los resultados, parece ser que no era ese el camino. El mejoramiento del sistema de pensiones lleva ya 10 años de debate infructuoso; la crisis de las isapres se arrastra por años; y las urgencias en seguridad vienen ahondándose hace una década, con la intensificación del crimen organizado.
El Presidente tiene en sus manos la posibilidad histórica de alcanzar soluciones en un contexto donde el sector privado ha manifestado su disposición a avanzar en acciones que impulsen el crecimiento, la inversión y refuercen la seguridad.
El anuncio de envío de indicaciones a la reforma de pensiones parece ser un primer paso -como efecto post plebiscitario- en la búsqueda de viabilizar transformaciones. Y lo más probable es que se sumen otros. El punto es si el Gobierno solo pretenderá administrar un “buen momento” tras el resultado o si realmente liderará un proceso que impulse un crecimiento potencial por sobre el 2%, un pacto tributario que se traduzca en dinamismo y empleo, y medidas que terminen con la excesiva permisología y despejen las inversiones. Chile necesita certezas en seguridad pública, social, crecimiento a largo plazo y creación de valor agregado. De lo contrario es como si no nos hubiéramos movido en 35 años.