Un aumento de 0,6% experimentó el Índice de Precios al Consumidor (IPC) durante octubre, según el reporte publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Un resultado a todas luces sorpresivo, que desde temprano obligó a los distintos analistas financieros a revisar las razones detrás del salto, considerando que se esperaba una variación entre 0,2% y 0,3%, es decir, menos del doble de lo informado.
Pero la conclusión no fue muy distinta de lo que ocurrió en septiembre, cuando el IPC -al contrario de lo sucedido en el último mes- protagonizó una disminución de 0,2%.
En ambos casos, la lectura más reposada sugirió la existencia de algunos precios que están experimentando un comportamiento especialmente volátil, como el correspondiente a frutas y verduras, así como otros que han subido por una vez; y no hay nada que sugiera -por ahora- alguna alteración en el escenario de persistente baja inflación que se ha instalado en el país.
De hecho, la medición en doce meses subió de 1,5% a 1,9%, lo que implica ubicarse aún bajo el piso del rango de tolerancia establecido por el Banco Central de 2% a 4%.
Este resultado le dará al consejo de la entidad monetaria cierto espacio antes de volver a pensar en una flexibilización de la tasa de interés, que no parece o parecía del todo descabellada a la luz de la debilidad que siguen mostrando las cifras de actividad. Y, al mismo tiempo, refuerza la importancia de que dicha instancia no cese en su especial y constante monitoreo de los precios internos, acorde con el objetivo de estabilidad plasmado en su Ley Orgánica.