La racionalidad del mercado
La estampida bursátil del día lunes y el regreso de los inversionistas a la Bolsa de Lima la jornada siguiente ha dado para un amplio debate...
La estampida bursátil del día lunes y el regreso de los inversionistas a la Bolsa de Lima la jornada siguiente ha dado para un amplio debate sobre la supuesta irracionalidad de los mercados, en donde subyace la idea de que las decisiones de los inversionistas se han hecho en una suerte de estado de desequilibrio o incluso impulsadas por simpatías o aversiones ideológicas.
A la luz de las variaciones registradas por la bolsa limeña resulta complejo sostener que no se trata de un cuadro de sobre reacción, ya que cambios en el valor de los activos superiores al 10% -e incluso bastante por sobre esas magnitudes para algunas acciones- parecen guardar poca relación con decisiones reposadas o racionales.
No obstante, hay que apuntar que esa es justamente la racionalidad del mercado, en donde personas con distintos niveles de expectativas y aversión al riesgo concurren a comprar activos en un entorno cambiante. Allí se encuentran, compran y venden, a los precios que a cada punta les parecen adecuados. Entre quienes vendieron probablemente hay inversionistas que llevan meses o años acumulando rentabilidad y que deciden “salirse” con una ganancia menor, ya sea en función de un cuadro político que perciben incierto o porque en los hechos los retornos se han tornado más volátiles que los que están dispuestos a tolerar. Habrá también quienes se equivocaron respecto del resultado electoral y ahora optan por otras alternativas que perciben más seguras o más rentables. Y habrá quienes venden con el fin de estar líquidos y comprar más adelante a menores precios. La pregunta obvia es, entonces, ¿qué de irracionales tienen dichos procederes?