Un nuevo cruce de duras declaraciones protagonizaron en las últimas horas el presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, y el opositor a la administración chavista, Henrique Capriles, ambos desde ayer oficialmente candidatos a las elecciones presidenciales anunciadas para el 14 de abril.
“Fascista” e irresponsables fueron las palabras elegidas por el primero para salir al paso de las dudas que planteó el también gobernador del estado de Miranda sobre la fecha exacta de la muerte de Hugo Chávez y el uso que han hecho sus colaboradores del referido episodio.
A todas luces lamentable, este capítulo vuelve a dejar en evidencia la polarización que se ha apoderado de ciertos sectores de la sociedad venezolana y que alimenta las aprensiones sobre el rumbo de dicha nación.
El problema no son las diferencias -en todos los lugares del mundo asumidas como legítimas-, sino que extremar las mismas al punto de generar una división entre amigos y enemigos. Un país fracturado difícilmente podrá afrontar con éxito las dificultades de fondo que enfrenta, como es en el caso venezolano -por ejemplo- el curso de su economía, aquejada de una alta inflación y un desequilibrio cambiario.