La maximización de las ganancias como valor fundamental de la empresa es una noción que la teoría y la práctica han ido superando, al punto que hoy el hacer negocios supone un propósito superior, el cual pone a la creación de valor para todos los grupos de interés de la comunidad al centro de la toma de decisiones. Desde esta óptica, las empresas, sin renegar del legítimo interés por crecer, conquistar mercados y ganar en eficiencia, se conciben a sí mismas como organizaciones virtuosas por la vía de crear valor para todos los involucrados en su desarrollo.
En los últimos años estas ideas han sido promovidas por dos expertos de renombre mundial, Raj Sisodia y John Mackey, quienes bajo el lema del “capitalismo consciente” han reafirmado que la creación amplia de valor es en sí “buena”. Y lo es porque crea los fundamentos éticos de la empresa y justifica su existencia en la sociedad.
El capitalismo consciente va más allá de la responsabilidad social empresarial. No es una práctica ocasional o intermitente, es una visión que se hace cargo del inestimable aporte al progreso de la humanidad que ha representado el capitalismo, así como la inseparable condición ética que lo atraviesa y que le confiere nobleza, al promover la cooperación social, la prosperidad y el progreso humano.
En un mundo donde la sociedad ha adquirido conciencia de todo esto, las empresas que tomen conciencia integral de su rol rápidamente descubrirán que son capaces de crear no sólo riqueza económica, sino que también riqueza intelectual, social, cultural y ecológica, que contribuya en forma innovadora a la prosperidad de sus trabajadores, accionistas y grupos de interés.