La educación digital como defensa
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La acelerada, inevitable y necesaria digitalización de un gran número de actividades y servicios trae, junto con sus muchas ventajas, un nuevo y desafiante conjunto de amenazas. En cierta forma paradojalmente, mientras más éxito tiene un país en sumarse la cuarta revolución industrial, más atractivo se vuelve como blanco para individuos y grupos que se especializan en explotar sus vulnerabilidades.
Según el Reporte de Ciberseguridad 2024 de Entel Digital, consignado en DF la semana pasada, los afectados están en todo tipo de rubros, y tanto grande como pequeños. Más aun, en Chile va al alza la incidencia de ataques: el año pasado fue el tercer país de la región en casos de filtración de datos y el cuarto en secuestro de datos), por ejemplo.
En otros contextos históricos se invirtieron muchos recursos en educar a la gente sobre cómo prevenir una serie de enfermedades contagiosas. Un enfoque parecido en ciberseguridad no parecería fuera de lugar.
El ritmo de avance de la tecnología hace que la sofisticación de los ataques crezca a la par que la sofisticación de las defensas, con una diferencia clave: los primeros son comparativamente fáciles y económicos de llevar a cabo, frente al alto costo y dificultad (política y regulatoria, entre otros) de las segundas.
A nivel público, el énfasis en mejorar las capacidades en materia de gobierno digital, por ejemplo, necesariamente deben complementarse con esfuerzos como la Agencia Nacional de Ciberseguridad, cuya creación fue despachada en diciembre pasado en el Congreso. A nivel privado, diversos rankings constatan que organizaciones y empresas consideran a la ciberseguridad como el mayor riesgo, y por lo tanto están invirtiendo en recursos tecnológicos y humanos para enfrentarlo.
Parece faltar, sin embargo, un mayor esfuerzo -desde las empresas, el Estado y la Sociedad civil- por darle a este problema la dimensión de desafío-país que realmente implica. Ello debe partir, necesariamente, por campañas más amplias, intensas y permanente de educación e “higiene” digitales. Aunque la analogía es extrema, en otros contextos históricos se invirtieron muchos recursos en educar a la gente sobre cómo prevenir una serie de enfermedades contagiosas. Tal esta verdadera epidemia de ciberataques requiera, entre otras cosas, de un enfoque similar.