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Alto contrasteLa presidenta argentina Cristina Fernández tuvo que someterse a una cirugía el martes para retirar la sangre que se había acumulado sobre su cráneo tras sufrir un golpe en la cabeza ocho semanas antes.
Pero más allá de la incertidumbre natural que un evento como este puede generar, el episodio dejó en evidencia la fragilidad de las instituciones en el país vecino.
Mientras Fernández era conducida a la clínica, el vicepresidente Amado Boudou anunciaba al país que a la mandataria sólo se le había recomendado guardar reposo. Y peor aún, ni siquiera estaba claro si Boudou asumiría la presidencia interina de la nación durante la ausencia de Fernández.
Los observadores interpretaron la descoordinación como una muestra más del personalismo que la presidenta le ha impreso a su gobierno, donde el poder no está asentado sobre las instituciones sino que está concentrado en un estrecho círculo de sus colaboradores más cercanos, donde no participa Boudou.
Para muchos observadores, además, fue imposible no notar cierta semejanza con el episodio que se generó en Venezuela tras la muerte del populista presidente Hugo Chávez, que provocó una crisis de sucesión.
