La convención y el foco en el Estado
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l dato más sobresaliente de la pasada elección fue la irrupción de independientes en la Convención Constituyente, que numéricamente relegaron a un plano bastante secundario a los partidos tradicionales. No existe entre ellos, por tanto, una real agenda de temas u objetivos que los una, más allá de algunas coincidencias naturales surgidas del debate nacional de los últimos años.
Sin embargo, entre esas coincidencias destaca una en particular, que es la confianza en que el Estado debe -y puede- asumir un rol más protagónico en un amplio rango de áreas. Así se desprende de las declaraciones que muchos miembros electos de la convención han dado a la prensa desde los comicios (como antes en las campañas electorales de un nutrido grupo), incluyendo los entrevistados por este diario en sucesivas notas.
“Nacionalizar ciertas cosas”, “avanzar hacia un Estado de Bienestar Social”, “más apoyo a los jóvenes en sus estudios”, que el Estado “garantice una pensión digna para todos”, “un Estado descentralizado y con base regional”, son sólo algunas de las ideas que dan cuenta de ese énfasis. Ellas no son incorrectas per se, pero llama la atención que muy pocas veces son complementadas o contrastadas con la realidad del Estado chileno tal como es: con pocas áreas de buen desempeño y muchas de clara falencia.
Es bien sabido que los problemas de eficiencia y calidad ampliamente diagnosticados en el aparato público tienen menos que ver con recursos que con diseños institucionales, burocracia y fallas de gestión. Estas son discusiones más técnicas y áridas que el aseguramiento de nuevos derechos y garantías en la Constitución, pero sin enfrentarlas primero es irresponsable pensar en cargar al Estado con más atribuciones y deberes.
El debate sobre la necesaria y postergada modernización del Estado tal vez no sea propiamente constitucional, pero parece importante plantearlo a la luz de la posible agenda temática de la convención constituyente, aún en proceso de definición.