Hacia 2028, muy poca holgura fiscal
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En su más reciente informe sobre el Balance Estructural y la deuda pública, el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) hizo una clara advertencia sobre la evolución de las cuentas públicas al año 2028: “No existen espacios para nuevos gastos permanentes en los próximos años si no se aumentan las fuentes de financiamiento también permanentes”.
¿Cuáles podrían ser esas fuentes? El CFA propone “un mayor crecimiento tendencial, nuevos ingresos tributarios, reducción de la evasión y/o elusión tributaria y, complementariamente, ganancias de eficiencia del gasto para la creación de espacio fiscal”.
El foco reformista no debe ponerse principalmente en formas de aumentar la recaudación fiscal, sino en cómo dinamizar la economía.
Son varios los factores que mueven al organismo a efectuar su llamado a la cautela fiscal, con su siempre oportuno énfasis en la sostenibilidad y responsabilidad de las finanzas públicas. El crecimiento del país es anémico, y aunque las proyecciones del Gobierno para el crecimiento en 2024 se ubican en el rango optimista (2,5%), incluso ese nivel no alcanza para recuperar los niveles de empleo prepandemia, por ejemplo. Y a largo plazo, el crecimiento potencial se ve lastrado por factores estructurales que ahogan el dinamismo de la economía, como la baja productividad, envejecimiento de la población, capital humano insuficientemente preparado y un Estado que falla en responsabilidades esenciales (seguridad, salud, educación).
Por otro lado, el pasivo fiscal sigue creciendo. Según calcula el CFA, la deuda bruta aumentó de 38% a 39,8% del PIB entre 2022 y 2023, mientras la deuda neta lo hizo del 32% al 34,7%. Hacia adelante la deuda neta podría elevarse a 38,2% del PIB en 2028, mientras que los activos del Tesoro público caerían de 5% a 3% del PIB.
Son estas cifras las que sustentan la advertencia sobre la situación de “estrés fiscal” y holguras “muy acotadas”. Son ellas también las que confirman que el foco reformista no debe ponerse principalmente en formas de aumentar la recaudación fiscal, sino en dinamizar la economía, atraer inversión y promover el empleo. Mucho de esto depende más de un giro en las prioridades políticas que de una súbita mejora en las condiciones económicas.