En las últimas jornadas se han liberado distintos datos macroeconómicos que en su conjunto van en la dirección de confirmar que el ritmo de crecimiento del consumo en el país se está desacelerando, antecedente que se suma a otros que revelan que la inversión, en particular la referida a maquinarias y equipos, también está perdiendo impulso.
Este cúmulo de información, es sin duda el antecedente que el Banco Central ha tenido a la vista a la hora de recortar por segundo mes consecutivo la tasa de interés rectora de la economía, la que ahora se sitúa en 4,5%. Lo anterior, además, en un contexto de generalizadas revisiones a la baja de las proyecciones de crecimiento de la actividad para el próximo año, como lo acaba de hacer la OCDE, por ejemplo.
Todo parece indicar que para 2014 se está configurando un cuadro en donde la actividad se situará en la parte baja de las expectativas, cuestión de la mayor trascendencia no sólo para temas abiertos en el debate parlamentario, como la Ley de Presupuestos del próximo año, sino que también para los énfasis programáticos que marcarán las candidaturas presidenciales.
En efecto, así como el país tiene pendientes de resolver una serie de situaciones que amagan su competitividad y que resultan un lastre para la toma de decisiones de inversión (como el costo de la energía), la introducción de reformas que graven o encarezcan la realización de proyectos podría ser un factor adicional que reste impulso a la inversión. El país no puede darse el lujo de trabar la insustituible contribución que el emprendimiento y la iniciativa privada realizan al crecimiento y el progreso de la sociedad.