El potencial no realizado de América Latina
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Como marco para anunciar la nueva edición de sábado que comenzará a circular en abril -Señal DF-, Diario Financiero organizó ayer el seminario “Economías en diálogo: señales para la región este 2024”, donde expusieron el exministro de Hacienda chileno y actual director para el hemisferio occidental del FMI, Rodrigo Valdés, y el exministro de Hacienda y Finanzas argentino y expresidente del Banco Central, Alfonso Prat-Gay.
Ambos economistas entregaron interesantes y completas visiones panorámicas de la economía mundial y su sorpresivo “aterrizaje suave” pospandemia, aunque con creciente riesgo de fragmentación; el buen desempeño de EEUU y la ralentización de China; y el efecto de las tensiones geopolíticas debido a focos de conflicto como Ucrania, Gaza y el Mar Rojo. Pero especialmente valioso -y duro- fue su análisis de la región latinoamericana, que ambos conocen muy de cerca.
Además de estrategias sensatas, se necesitan liderazgos políticos que las sepan impulsar calibrando el impacto económico y el inevitable costo social.
Como enfatizó el exministro argentino, América Latina lleva 20 años creciendo menos que África, lo que retrata crudamente a un continente de expectativas defraudadas, pese a sus tremendas potencialidades. Un estado de cosas que, por cierto, abona el terreno para plataformas populistas que, en la dolorosa experiencia de la región, casi invariablemente agravan los problemas que heredan, además de crear otros nuevos.
El desafío, por ende, no es sólo recuperar el terreno perdido en pandemia -algo de por sí complejo, pese al buen manejo monetario en general que ambos economistas destacaron-, sino revertir una tendencia decreciente del PIB potencial de larga data en la región, junto con una urgente tarea de consolidación fiscal en muchos países cuyos niveles de deuda ya eran altos antes del Covid-19, y hoy lo son aun más.
El bajo crecimiento potencial de A. Latina “no alcanza para converger con el resto del mundo”, destacó el exministro chileno, “y eso debe ser tema central de la agenda”. Con todo, como puntualizó su colega trasandino, además de políticas económicas sensatas (escasas en la región), se necesitan liderazgos políticos que las sepan defender e impulsar, calibrando correctamente el impacto económico y el inevitable costo social.
Este último desafío, sobre todo en democracias ya consolidadas, es también para los ciudadanos.