La sorpresiva elección del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, como el nuevo Papa con el nombre de Francisco fue recibida con enorme regocijo en Chile, dada la cercanía que se percibe al Pontífice que hace historia como el primero del continente americano y de la Compañía de Jesús. Ciertamente, la vecindad geográfica, histórica y cultural con Argentina constituye un inédita conexión con el Santo Padre para la gran mayoría de los chilenos. “Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”, fueron las palabras con que inició su breve y emotivo discurso en su primera aparición como Papa en la basílica de San Pedro.
Pero los lazos son aún más profundos. Hace más de medio siglo, el Pontífice ingresó al noviciado jesuita en la comuna de Padre Hurtado, donde cursó, entre otras materias, ciencias clásicas, historia, literatura, latín y griego. Y, como ha recordado monseñor Ricardo Ezzati, quien ha subrayado la sencillez y solidaridad del nuevo Papa, Jorge Bergoglio fue el primer arzobispo extranjero que le ofreció ayuda luego del devastador terremoto que sacudió a la zona centro sur del país en la madrugada del 27 de febrero de 2010.
Así, la elección del Papa Francisco anticipa una fecunda era para millones de fieles en Chile. Desde ya, tanto el presidente Sebastián Piñera -quien a nombre del país expresó la más profunda alegría y orgullo por la designación- como monseñor Ezzati han extendido invitaciones para que el Pontífice pueda visitar el país. El gobierno, en tanto, ha confirmado que Piñera asistirá el martes a la misa de entronización del nuevo Papa en la Santa Sede.