Editorial

El llamado de los agricultores

Tanto por su alto impacto en el mercado laboral como por la relevancia que supone para la protección de la ruralidad, la agricultura merece una mayor preocupación...

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Tanto por su alto impacto en el mercado laboral como por la relevancia que supone para la protección de la ruralidad, la agricultura merece una mayor preocupación en la elaboración de las políticas públicas. Al menos, una posición más preponderante de la que ostentan otras discusiones bastante menos importantes para el país.



Aunque el territorio nacional cuenta con condiciones privilegiadas para algunas producciones agrarias, en términos generales sufre de problemas como la limitada demanda interna y la lejanía de los mercados internacionales, que siempre condicionarán la competitividad de la agricultura chilena y, en particular, de los pequeños empresarios del sector. Se suma a lo anterior, una exitosa política de puertas abiertas al comercio global y la dependencia de un producto principal de exportación, como es el cobre, que explica la mayor parte de los ingresos de divisas al país y, por lo mismo, de su valorización respecto al peso.

Apoyar la competitividad agrícola surge, entonces, como una discusión necesaria, no por el ánimo de resguardar industrias incapaces de competir, sino porque se trata de un sector que genera al país externalidades positivas ambientales y sociales, entre otras.

Grandes empresas agrícolas han dado ejemplo en materia de modernización, innovación e inserción global. Pero no todos los actores pueden seguir sus pasos y es a ellos a quien deben prestar atención las políticas públicas.

Y si a este llamado se quieren sumar representantes políticos, que así sea, especialmente si deja en evidencia que se trata de una exigencia transversal.

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