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Alto contrasteUna tendencia clara hacia la desaprobación, en particular a partir del mes de julio, ha venido mostrando la percepción de los chilenos respecto de la gestión económica. En efecto, este atributo de la evaluación gubernamental acusó en la última medición de Gfk Adimark una distancia de 20 puntos entre un nivel de desaprobación de 58% y una aprobación de 38%, cuestión que terminó afectando la evaluación de la primera mandataria, que por primera vez en este período gubernamental vio que su desaprobación superó a la aprobación.
Parte de este cuadro se explica por el desempeño de la economía en los últimos meses, y otra fracción por dudas y rechazo hacia las reformas que impulsa el gobierno, las que a su vez estarían incidiendo en lo que ha ocurrido con las tasas de inversión y la confianza de los agentes económicos.
En las últimas semanas la presidenta ha decidido dar señales que reparen confianzas y dinamicen la actividad, comprometiendo no sólo una acción más relevante del componente fiscal, sino que destrabar la tramitación de proyectos de inversión y facilitar los procedimientos y trámites que deben cumplir.
Si bien esta actitud proactiva ha sido bien recibida por el sector privado, sus dirigentes insisten en que de poco sirven esas señales si a la par las señales políticas mantienen vigentes flancos de incertidumbre legal e institucional que complican la toma de decisiones de inversión. Las aprensiones tanto con la oportunidad como con el fondo y contenido de los temas abiertos parecen pertinentes en especial porque los datos a la vista y los que se anticipan aún no estarían dando cuenta de un punto de inflexión en la actividad.
