El presidente de Estados Unidos acaba de iniciar una gira por Asia que será clave para reunir el apoyo de la región frente a la ofensiva nuclear de Corea del Norte. Sin embargo, fiel a su tradicional y polémico estilo, Donald Trump tuvo duras palabras para Japón, el país anfitrión en la primera escala de su recorrido.
El mandatario estadounidense acusó a su socio de implementar políticas comerciales injustas y generó comentarios en Tokio tras saludar al emperador con un ligero gesto de cabeza, evitando la tradicional reverencia que exige para estos casos el protocolo nipón.
Pese a sus habituales salidas de libreto, los observadores calificaron el tono general de la visita como positivo, gracias a los buenos lazos que ha establecido Trump con su homólogo japonés, Shinzo Abe, desde que llegó al poder.
Pero el caso de Japón ilustra las dificultades que enfrenta el mandatario estadounidense para impulsar una agenda geopolítica de seguridad internacional sin abandonar sus promesas de campaña, donde predominaban los objetivos de política interna, como la defensa de las empresas locales.
Equilibrar ambas cosas se volverá cada vez más difícil para Trump, a medida que su viaje lo aleje del territorio de los aliados tradicionales de EEUU, y se acerque a destinos menos amigables, como Vietnam y particularmente Filipinas, donde el presidente Rodrigo Duterte ha sido uno de sus críticos más descarnados.
El mayor riesgo es que este conflicto interno en la agenda del mandatario estadounidense termine por socavar los resultados de sus esfuerzos por contener las amenazas a la seguridad internacional.