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Editorial

Colombia

Después de perderlo hace once años, y tal vez con cierto atraso a la luz de las condiciones que exhibe hoy el país, la semana pasada Colombia ...

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 21 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.

Después de perderlo hace once años, y tal vez con cierto atraso a la luz de las condiciones que exhibe hoy el país, la semana pasada Colombia recuperó la evaluación de economía con “grado de inversión”, según los parámetros que aplica la clasificadora de riesgo Standard & Poor’s. En su revisión, ésta señala que el país ha demostrado gran resciliencia frente a los shocks internacionales, entre otras cosas gracias al uso de políticas fiscales y monetarias contracíclicas. También en la reclasificación se destaca “el consenso político existente en Colombia hacia medidas económicas orientadas a una perspectiva de mercado, que han contribuido al crecimiento económico y la confianza inversionista en años recientes”.



En efecto, si bien en sus últimas estimaciones el Fondo Monetario Internacional anticipa una expansión económica de 4,2% este 2011, el gobierno del presidente Santos mantiene inalterada su meta de crecer al 5%. Se trata de tasas de expansión que no sobresalen mayormente dentro de lo que son las previsiones del FMI para el presente año, pero que hablan de la consolidación de una senda de sostenido avance, el cual se expresa en el alto atractivo que ostenta esta nación para los inversionistas internacionales.

La combinación de un firme manejo político y de seguridad, como era el que hacía falta en una nación asolada por años por el narcoterrorismo, y la instrumentación de reformas económicas y de promoción de un mejor clima de negocios. Se trata de un proceso que tiene años de ejecución, pero que cobró mayor vigor en la pasada década, al punto que el Banco Mundial, con ocasión de su informe Doing Business, premió a Colombia en 2008 como el sexto país más reformador del mundo y el primero de América Latina. Especial mención se hizo en aquella ocasión a los avances normativos que agilizaron el comercio exterior del país -que por estas fechas sigue intentando cristalizar un TLC con EEUU-, que mejoraron la protección a los inversionistas y aligeraron las cargas fiscales, en particular con facilidades que permiten trámites tributarios más expeditos.

Aunque muchas de estas reformas vienen a poner en línea al país con lo que han sido las transformaciones que realizadas en Chile en décadas, como aquellas que nos posicionan como una de las naciones comercialmente más abiertas al mundo y con una administración tributaria moderna, es ineludible que ellas conforman un cuadro que habla de un entorno regional más competitivo para atraer inversiones. De ahí que, junto con aplaudir los progresos de nuestros vecinos, esta evidencia debiera invitar a las autoridades a pensar en mejoras continuas.

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