El presidente del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE Erik Solheim destacó en entrevista concedida a este medio que Chile representa un ejemplo tanto en materia de progresos en la ruta al desarrollo como en la lucha contra la pobreza. A su juicio, el país se ha constituido en las últimas dos décadas en un ejemplo sobresaliente para el resto de la región, experiencia, dijo, que “estamos muy interesados que Chile comparta”.
En declaraciones posteriores, el ejecutivo de la OCDE fue más allá y dijo que Chile tiene no sólo una experiencia histórica y política digna de ser conocida por el resto de la región, sino que también un conjunto de conocimientos técnicos, asociados a programas ejecutados de la mano con distintos estamentos de la sociedad civil.
Resulta interesante que desde una entidad como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico se haga un reconocimiento de esta naturaleza al conjunto de políticas económicas y sociales implementadas (a su juicio con éxito) por gobiernos de distinto signo. El comentario es especialmente valioso en los tiempos político electorales que corren, en donde la confrontación parece olvidar que los logros que tanto aplauden a nivel internacional son resultado del esfuerzo conjunto de todos los actores políticos.
Y es justamente en ese contexto en donde una de las afirmaciones que hizo Erik Solheim a este diario cobran más relevancia. Consultado sobre la lógica de reformar nuevamente el sistema tributario señaló que el éxito de las naciones se basa tanto en la existencia de un Estado eficiente y proactivo como en un mercado vibrante capaz de predecir los impuestos que le van a aplicar.