Se discuten de manera muy acelerada importantes cambios a nuestro sistema de pensiones.
Por una parte, el gobierno busca despachar esta semana a segundo trámite legislativo la reforma previsional. En lo medular, ésta crea un “Nuevo Ahorro Colectivo” con 5 puntos adicionales de cotización, que se administraría monopólicamente por un ente estatal. Además, solidarizaría parte de esta nueva cotización, instalando un componente de reparto, y amenazando su sostenibilidad y la formalidad de nuestro mercado laboral.
De manera más silenciosa pero mucho más apresurada acaba de ingresar a segundo trámite un proyecto de ley que distribuye por una vez los rezagos previsionales, esto es las cotizaciones que no hayan podido abonarse a las cuentas de los trabajadores por errores u omisiones.
En la práctica, se impedirá a los cotizantes cobrar cualquier rezago anterior a 5 años 3 meses desde la publicación de la ley, lo cual no parece adecuado, sobre todo pensando que los trabajadores se percatan de errores en sus cotizaciones al momento de jubilarse.
También es cuestionable la fórmula escogida para su distribución, puesto que en esencia se beneficiarían afiliados con pensiones bajas, lo que puede ser resultado de una baja densidad de cotización y no necesariamente de un bajo nivel socioeconómico.
Se espera que se incorporen cambios que permitan resguardar el reclamo futuro de cotizaciones no enteradas, así como también que mejoren la focalización de la iniciativa, por ejemplo, beneficiando a quienes no alcanzaron una buena pensión incluso tras haber cotizado por un tiempo considerable.