Esta semana se ha dado a conocer que Telefónica y América Móvil, archirrivales en el disputado sector de las telecomunicaciones de Latinoamérica, alcanzaron un principio de acuerdo para una alianza en Brasil, la mayor economía en América Latina y que por lo demás es el mercado más codiciado de la región. El pacto aún no es definitivo.
La alianza apunta al desarrollo conjunto de sus redes 3G y 4G en ese país. Lejos de anticipar reparos de los reguladores por una eventual concentración, el gobierno brasileño está favoreciendo este tipo de acuerdos, ya que está contra el tiempo para cumplir las metas de infraestructura fijadas para los grandes eventos deportivos que se avecinan en Brasil.
Pero este ejemplo de colaboración suscita reflexiones sobre otros casos similares, como los beneficios de que las compañías compartan sus antenas de celulares.
El auge de los operadores virtuales de telecomunicaciones, que ha aumentado la oferta de servicios y ha favorecido de esta manera a los consumidores, también se disparó cuando los actores dominantes cambiaron su mentalidad, y vieron que en vez de usar sus redes para bloquear la competencia, era un buen negocio arrendarlas.