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Alto contrasteCon ocasión del tercer aniversario de la actual administración de gobierno, el presidente de la República anunció la entrega de una serie de beneficios económicos, los cuales han dado origen a un áspero debate respecto de su oportunidad e inspiración. Se trata de la entrega de un “bono marzo” ascendente a $ 40.000 para familias de menores ingresos y de clase media (más
$ 7.500 por cada carga), y la inédita decisión de adelantar el envío del proyecto de reajuste del salario mínimo para el presente mes de marzo, iniciativa que, según sostuvo el primer mandatario, dejaría el citado ingreso en más de $ 200.000.
Al respecto, lo primero que habría que decir es que el anuncio difícilmente pueda tener una inspiración distinta a la de una acción política realizada en un año electoral, lo cual, sin que suponga una connotación positiva o negativa, tiende a agrupar las opiniones en función de la vereda desde la cual se emitan.
Con todo, e independiente de ese comportamiento previsible, desde la dimensión de las políticas públicas es válido preguntar si la entrega de bonos es la correcta para atacar los problemas sociales, un tema que es al menos cuestionable.
Y desde una aproximación económica, también es posible hacer algunos juicios, como por ejemplo que lo que se hizo fue aprovechar la ventana que brindan las cifras económicas para hacer una jugada que tal vez no se habría podido realizar más adelante. Cuando el debate del sobrecalentamiento no está zanjado, se optó por acciones que suponen un estímulo (pese a que hay reasignación de gastos) lo que podría limitar los espacios de acción en caso de que el escenario macro no evolucione como se espera.
