El precio de las acciones de empresas inmobiliarias y constructoras fue la principal víctima, la semana pasada, de la incertidumbre con la que el mercado bursátil reaccionó al resultado de la primera vuelta en las elecciones presidenciales.
La evidencia de una contienda en segunda vuelta más estrecha de lo previsto y, por tanto, menor certeza respecto de quién resultará electo y de las medidas que puedan impulsarse, significó que este rubro sufriera un importante ajuste, que en algunos casos se fue suavizando con el correr de los días.
Empresarios y ejecutivos del sector entrevistados por nuestro diario subrayan que los fundamentos de esa actividad -bajas tasas de interés, factores demográficos, desempleo y stocks de viviendas, entre otros- están intactos, y que seguirán así independiente de quién sea elegido mandatario.
Como sea, una característica distintiva de este rubro es su carácter marcadamente procíclico, por lo que un cambio en los niveles de actividad o en las expectativas de empresas y familias suele afectarle con más rapidez e intensidad. También, admiten en el sector, pueden verse afectados por el menor o mayor impulso que el nuevo gobierno les dé a las inversiones en infraestructura.
Son múltiples las variables que pesan en esta actividad clave de la economía y habrá que esperar para determinar qué tan importante y duradera puede ser la corrección de sus precios en la bolsa. Por ahora, lo más probable es que la volatilidad persista mientras se mantenga la incertidumbre respecto de la elección presidencial y, más aún, sobre las políticas referidas a vivienda e infraestructura que impulse el nuevo presidente y la coalición que lo acompañe en el gobierno.