Venture Capital importado
María Eugenia Sabbagh Socia Aninat Abogados
- T+
- T-
María Eugenia Sabbagh
Y Combinator, una de las aceleradoras más grandes del mundo, puso a disposición del público modelos de contratos sencillos para financiamiento de startups, de manera de ayudarlas a abaratar costos. Si bien tiene ciertas ventajas usar estos modelos, también presenta limitaciones, al importar cláusulas que no necesariamente guardan relación con las legislaciones locales.
Según Carolynn Levy, creadora del modelo de SAFE (Simple Agreement for Equity), este sistema de contratos sencillos responde a la necesidad de financiamiento de las startups en etapas tempranas. De esta manera, se evolucionó desde la nota convertible al SAFE, pasando de un financiamiento vía deuda a uno vía capital (equity), que tiene mucho más que ver con el espíritu del Venture Capital.
“No se puede olvidar adaptar los contratos extranjeros a las instituciones del derecho local, por mucho que suene más cool denominarlos en inglés”.
En Chile se ha tendido a copiar las estructuras y los documentos legales norteamericanos. Así ha pasado no solo en Venture Capital, sino también en las adquisiciones de empresas en las que se ha hecho habitual incluir cláusulas que eran ajenas a nuestro derecho, como las representaciones y garantías, reglas de indemnizaciones y retenciones (escrow), entre otras.
Sin perjuicio de que incorporar instituciones de otras legislaciones y tradiciones jurídicas es beneficioso para los negocios –al incluir cláusulas que pueden ser útiles para las partes y homogeneizar prácticas contractuales entre diversas jurisdicciones–, también es cierto que muchas veces no se hace el trabajo de ajustar correctamente dichas estructuras contractuales a la legislación chilena, en especial al derecho civil y comercial nacional.
Es así como se usan en Venture Capital varios contratos “importados” y pocos abogados los adaptan críticamente a la ley local. Por ejemplo, una nota convertible no es más que un mutuo que se puede pagar en especie, entregando acciones de la sociedad, produciéndose una compensación entre la deuda y el precio de las acciones, o bien, extinguir la obligación por dación en pago. Pero la naturaleza del contrato es el de un préstamo en que es de la esencia que hay un crédito que se debe pagar.
Por su parte, un SAFE es básicamente una promesa de suscripción de acciones, en que el inversionista paga el precio por adelantado y la sociedad se obliga a emitir las acciones, sujeta a ciertas condiciones y plazos.
Es cierto que usar los mismos documentos que el resto del mundo es útil para uniformar las prácticas en materia de Venture Capital –que además se ha transformado en un ecosistema mundial–, pero no se puede olvidar adaptarlos a las instituciones del derecho local, por mucho que suene más cool y demuestre un aparente mayor conocimiento, denominarlos en inglés.
Lo anterior es relevante, porque si en el contrato entre el inversionista y una startup se aplica la ley chilena y los conflictos se resolverán en tribunales chilenos, no es aconsejable dejar aspectos que puedan ser interpretados en forma equívoca y generar incertidumbre. En Venture Capital, la confianza entre partes es aún más relevante que en los esquemas tradicionales de inversión, y para eso es esencial que los abogados intervinientes se aseguren que las reglas estén claras.