Unicornios: no todo lo que brilla es oro
Hernán Cheyre Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES) UDD
En el mundo del emprendimiento y del capital de riesgo se denomina unicornios a aquellas startups que en las rondas de financiamiento para levantar fondos alcanzan una valorización implícita igual o superior a los US$ 1.000 millones. A pesar de que son pocos los que logran cruzar ese umbral, y que de ninguna manera el alcanzar esa cima marca una diferencia para diferenciar entre proyectos exitosos y no exitosos, no se puede desconocer que esta categoría se ha instalado entre los emprendedores como una meta aspiracional equivalente a las de un futbolista que comienza su carrera y que sueña con jugar en las principales ligas europeas. Y está bien que sea así porque una de las claves para el éxito emprendedor radica en pensar en grande y con una mentalidad global. Pero ello no obsta a que se deba actuar siempre con realismo, sin dejarse llevar por afanes de crecimiento excesivos en la búsqueda de la categoría de unicornio que, si no se cimentan sobre bases sólidas, están condenados a desvanecerse.
“Se había instalado la idea de que las startups, al haber logrado buenos resultados en el proceso de levantar capital, ello les aseguraba de por sí el camino al éxito. Es un mito que conviene despejar”.
Traigo esto a colación a partir de sucesivas noticias que hemos venido conociendo en los últimos meses que dan cuenta de ajustes importantes que han debido realizar emprendimientos chilenos emblemáticos considerados exitosos (Karun, Betterfly, Notco, entre otros), algunos de los cuales en su momento alcanzaron la categoría de unicornio, a los que se suma el reciente anuncio de cierre de la empresa de arriendo de autos por horas o minutos Awto, que a pesar de la novedad que representaba su modelo de negocio, no logró consolidar su operación.
Casos como estos hay muchos, ocurren en todo el mundo, y no deberían sorprender a nadie, por cuanto está en la esencia del capital de riesgo y del emprendimiento innovador el que solo una mínima parte de las nuevas iniciativas logra subsistir y transformarse en un negocio que instala nuevos paradigmas. Lo que a muchos llama la atención en los ejemplos citados es que se había instalado la idea de que estas startups, al haber logrado buenos resultados en el proceso de levantar capital, ello de por sí les aseguraba el camino al éxito. Pero ese es un mito que conviene despejar, y muy especialmente para nuevos emprendedores que se sienten algo desconcertados al visualizar que su “héroes”, a quienes tratan de emular, empiezan a mostrar fisuras en sus emprendimientos.
Lo fundamental en esto es tener claro que la capacidad de levantar fondos constituye un muy buen primer paso, y en estas primeras etapas los inversionistas en capital de riesgo suelen apostar fuerte, valorizando las compañías en varias veces las ventas proyectadas, y de ahí la obsesión por crecer. Pero para que la startup sea exitosa no solo hay que preocuparse de hacer crecer los niveles de ventas, sino que ello debe ir acompañado de una estructura operacional que permita ir consolidando el negocio, con capacidad de generar flujos de caja positivos, y no limitarse a “quemar” en forma inorgánica los capitales levantados en las rondas de financiamiento, pensando que ello podrá mantenerse en forma ilimitada a través de nuevas rondas o recurriendo a los subsidios que entregan los instrumentos estatales de apoyo al emprendimiento. Los inversionistas privados en capital de riesgo están siendo cada vez más cautelosos en esta materia, y los programas públicos deberían también tomar nota de esta situación.