Un viaje clave a India y China

La Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), presidida por Chile, se aproxima a India y China en un viaje oficial cuya primera parada será el 7 de agosto en Nueva Delhi. Allí el canciller Alfredo Moreno y los representantes de los otros dos países (Venezuela y Cuba) concurrirán al primer Diálogo América Latina-India. Poco después, el día 10, el encuentro será en Beijing, dando forma a lo que el primer ministro Wen Jiabao planteó en su discurso en la Cepal como un mecanismo de diálogo formal con el continente latinoamericano, a través de la nueva entidad regional.

Si se mira en términos demográficos, el peso de la visita es mayor: India, con 1.240 millones de habitantes y China alrededor de los 1.350 millones. Si se mira en las vinculaciones económicas las cifras hablan de acercamientos significativos, pero sin duda la presencia de China va más adelante de aquella originada en India.

Un buen análisis lo hace el profesor Jorge Heine, del Centre for International Governance Innovation, en Canadá, y ex embajador de Chile en la India:
“China e India cuentan con activos diferentes en sus relaciones con América Latina. Pero China está muy por delante de India: el comercio de China con la región en 2011 llegó a los US$ 241 mil millones, en comparación con los US$ 164 mil millones en 2010. El comercio de India con la región en 2011 fue de US$ 25 mil millones. Esto no quiere decir que no puede ser incrementado rápidamente. Pero sí quiere decir que queda mucho trabajo por hacer. ¿El motivo de creciente interés de la región en la India tiene como meta contrapesar la presencia China? Como han dicho algunos. Para nada. Lo que existe es una Nueva India y los gobiernos y las empresas se han dado cuenta de que quienes la ignoren pagarán un alto costo de oportunidad”.

Es cierto que la estructura anterior a Celac, el Grupo de Rio, tenía encuentros habituales con China como troika, y a veces con India, pero en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas. Nadie le quita importancia a esas citas, pero sin duda tiene otro significado llegar hasta “la casa del otro” y allí hablar sobre el futuro.

China e India no son lo mismo, es obvio. Con 4.000 kilómetros de fronteras hay tensiones de por medio. Hace cuatro meses India probó su primer misil de largo alcance y los diarios eufóricos dijeron que aquel proyectil “podía alcanzar a Beijing”. En Beijing se bajó el tono al asunto: “China e India son grandes naciones en desarrollo. No somos competidores sino socios”, expresó el portavoz del ministerio chino de Exteriores, Liu Weimin. Pero, los periódicos chinos reaccionaron al mismo estilo de sus contrapartes en India.

Con todo India y China son fundadoras del BRIC, junto a Brasil y Rusia, más Sudáfrica. Comparten, como países en desarrollo, una presencia en el G-20 y los encuentros entre los gobernantes de ambos países nunca han sido tan frecuentes como en los últimos años. La razón es clara: ambos países serán determinantes en el orden internacional del siglo XXI.

Y esa es la clave de este viaje encabezado por el jefe de la diplomacia chilena: sembrar a futuro, hablando en nombre no sólo del país, sino también de una región, ahora más sólida para lo que viene.

Pero es bueno mirar el tema también desde el interés nacional. Chile no puede tener toda su política exterior prisionera de lo que ocurre con los países vecinos y temas que vienen del siglo XIX. Hay que hacerlo, por cierto, y con energía, pero con los ojos puestos en los desafíos y oportunidades para las próximas décadas. ¿Cómo buscaremos beneficiarnos de los nuevos desarrollos tecnológicos de India y China? ¿Cómo responderemos a las demandas alimenticias que vendrán de esos países? ¿De qué manera nos articularemos con ellos para crear nuevos ordenamientos financieros en el mundo? 
En definitiva, si ya la distancia no es problema, ¿cuánta originalidad pondremos en nuestra política con esas dos potencias asiáticas? Por allí debe ir este viaje de agosto.